Y, además, la traición

Una reunión empresarial en Moscú le abrió los ojos a Artur Mas sobe las posibilidades de clamar allí por su independencia, y viajó a Rusia como un sultán del imperio otomano, acompañado de catorce altos cargos y otros personajes imprescindibles, como su esposa y su peluquero. Se alojaron en el lujoso Radisson Royal Moscow, en una suite de 1.600 euros por noche, en precios de 2012, pero que dispone incluso de carta de almohadas para elegir la más apropiada para la cabeza de seres superiores, como son los separatistas catalanes.

Allí comenzó la historia de la traición a Europa, que no se interrumpió cuando el sátrapa Putin, aburrido de mandar asesinar a periodistas y empresarios hostiles, se apoderó de Crimea, mandando callar a la Unión Europea y recordándole que él poseía armas nucleares.

Esta historia de alta traición, en la que se sopesaron hasta la intervención de fuerzas militares rusas, hubiera pasado sin gran escándalo de no ser porque en febrero de 2022 Putin invadió Ucrania y Europa entendió que hacerse la desentendida era peligroso, y rectificó la postura irresponsable que tuvo ante Crimea.

El Cobarde Prófugo y su pandilla de traidores tienen complicado su futuro. Nadie se imagina a un escocés negociando con los servicios secretos de Putin, para independizarse totalmente del Reino Unido. Ni a un separatista flamenco conspirando con Putin para separarse de Bélgica.

Hace falta ser muy estúpido para creer que el fin justifica los medios, y que todos se dejan extorsionar. Y es que los siete diputados del Cobarde Prófugo no les produce ningún miedo a 26 países de la Unión Europea. Quien les puede meter en la cárcel no es Pedro I, 'El Mentiroso', sino una UE que sabe que Putin les está invadiendo, y no va a tener ni caridad, ni compasión, con los traidores que le han ayudado desde la misma Europa.