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Vox

Si Espinosa de los Monteros quería hacer un favor a Vox, tendría que haber dicho que el poder se gana hoy desde el centro

Objetivo: la Transición (5/8/2023)

En su propia trampa (1/8/23)

Se ha comparado al partido político con la familia, la primera agrupación de ciudadanos en un país o Estado democrático, que comparten ideas, propósitos, historia, lengua, sangre en buena parte, mitos e infinidad de cosas. No por nada Aristóteles definió al hombre como «animal ... político». Sin que falten, nada es perfecto en este mundo, las animosidades, que al andar la política por medio las estimulan. Los norteamericanos, gente práctica, inventaron los 'partidos de masas', el republicano y el demócrata, con un ala derecha, un ala izquierda y un centro, para que todos encuentren acomodo, que suele ser la que pone paz entre los extremos y suele gobernar, aunque ni mucho menos siempre, pues ya el refrán advierte que «no hay peor cuña que la de la misma madera», y las luchas intestinas llegan en ocasiones a ser más cruentas que con el rival.

Yo tenía una fórmula para saber quién ganaría las próximas elecciones en mi cuarto de siglo de corresponsal en aquel país: aquel partido que llegaba a la convención para elegir candidato más dividido perdería. Acerté casi siempre. Hoy no sabría decirles, ya que Donald Trump no es demócrata ni republicano; es únicamente trumpista. Junto a otras poco recomendables características que conocen.

Nosotros tenemos también un buen lío electoral. Ninguno de los dos grandes partidos alcanza la mayoría absoluta y la diferencia entre ellos es tan mínima que un escaño puede decidir el ganador. Su problema son las compañías. Alberto Núñez Feijóo ha firmado pactos con la extrema derecha. Pedro Sánchez lo ha hecho con la extrema izquierda, con los secesionistas y con catorce minipartidos, hasta el punto de que aquel hombre de ironía tan aguda e inteligencia tan clara que era Rubalcaba lo llamó Gobierno Frankenstein. Añádanle los nuevos partidos que han empezado a caer, algunos en barrena. Ciudadanos, que creyó que podía sustituir al PP en la derecha, prácticamente ha desaparecido. Podemos, imperial en la izquierda, cierra nueve delegaciones y despide a la mitad de sus empleados. Sumar más resta que suma, y Vox, aunque resiste, ha sufrido retrocesos. Se le añade que uno de sus fundadores, portavoz en el Congreso y de los más admirados de su equipo directivo, Iván Espinosa de los Monteros, ha renunciado a todos sus cargos para convertirse en militante de base sin dar otra explicación que razones familiares. Sabíamos que defendía una postura más liberal que el resto de sus colegas, pero se marcha alabándoles. Si quería hacerles un favor, hubiera tenido que decir que el poder se gana hoy desde el centro. Pero sin más información, mejor que nos callemos.

Lo único seguro es que no hay nada seguro, como hemos visto en los últimos días y semanas. Sólo quiero recordar que Vox es sólo la extrema derecha de la derecha, y que lo ocurrido ayer es consecuencia de la estrategia de quienes intentaron ocuparla.

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