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Un 'charmer'

El casto beso en la mejilla es preferible al de la mano, dice el manual del perfecto 'charmer'. Incluso con el Covid aún haciendo de las suyas

RECUERDAN la fábula del pastor y el lobo, ¿verdad? Sí, la de aquel pastor gracioso que se divertía anunciando a voz en grito que venía el lobo para reírse de sus vecinos, viéndolos correr. Hasta hartarse de él y no hacerle caso. Pero un día ... vino el lobo de verdad, haciendo estragos en los rebaños, sin que nadie le ayudase. La fabula, como todas, tiene lecciones para ambas partes. La principal, en este cao, es para el majadero del pastor: si te gana la fama de mentiroso, nadie te creerá aunque digas la verdad, situación nada cómoda en la vida. Mientras, el vecindario del pueblo tendría que haber acabado con aquella situación mucho antes, ya con una multa, advertencia o manta de palos al gracioso por su bien y el del pueblo.

A nuestro presidente del Gobierno empieza a ocurrirle algo parecido. Solo que su lobo es la derecha. O, más exactamente, la extrema derecha, que son todas. Mientras él, o alguno de sus centenares de asesores, se ha inventado una nueva clase, la «media trabajadora». Hasta ahora, poco tenían en común y en muchos aspectos eran enemigas, ya que la clase media incluía dueños de pequeños negocios y profesionales de muy distintas actividades. En realidad, era la 'pequeña burguesía', blanco favorito de la extrema izquierda al considerarla aliada de la derecha. Pero a Pedro Sánchez esos distingos le importan un bledo, como los que hay entre Unidas Podemos, Más País y la CUP. Él se proclama el líder natural de toda la izquierda, y el que no lo admite ya sabe: puerta.

Pero a estas alturas ya le conocen todos y le llueven dardos desde las cuatro esquinas. Lo sabe y ha iniciado la campaña electoral del próximo año movilizando al Centro de Investigaciones Sociológicas, que lo sitúa por delante de Alberto Núñez Feijóo, cuando prácticamente toda las demás encuestas lo ponen detrás del líder del PP. Pero su falta de escrúpulos bate cada día un nuevo récord. Incluso se ha permitido movilizar Bruselas a su favor, con el impuesto a las empresas energéticas y la banca, cuando no se parecen en cantidad ni en calidad. Pedro Sánchez quiere gravar los ingresos de ambas. La Comisión Europea solo quiere imponer nuevas tasas a los 'beneficios extraordinarios'. También hay diferencias notables en la duración de la medida: mientras Bruselas la limita hasta finales de año, nuestra Hacienda quiere mantenerla en los próximos. Y habrá inspectores que lo controlen.

Con lo que nuestro presidente del Gobierno ha decido lanzarse al ruedo, tanto dentro como fuera de España, y usar su arma favorita, y puede que única: su apostura, su 'charm', que encanta a la gente con sólo verle, sin pensar demasiado en lo que dice. Si son conocidas, el casto beso en la mejilla es preferible al de la mano, dice el manual del perfecto 'charmer'. Incluso con el Covid aún haciendo de las suyas.

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