la suerte contraria
Urge mejorar el país
La gente está entendiendo «si no quieres un gobierno con Vox, más te vale un PP fuerte»
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Iniciar sesiónMe temo que, en estos momentos, la duda de la opinión pública ya no es quién gobernará. La calle ha asumido que Sánchez no será presidente y la única disyuntiva a la que se enfrenta es si quiere que su voto contribuya a que Feijóo ... gobierne en solitario o si prefiere que lo haga con Vox. Esa es la única variable a la que nos enfrentamos. El PSOE parece no aprender de sus errores e insiste en agitar el miedo a la ultraderecha, sin entender que ese eje de comunicación trabaja a favor de Feijóo y que, gracias a ello, es percibido como un valor refugio que sirve a la vez para acabar con Sánchez y con Vox. Cuanto más abunde el PSOE en este error, más votos estará regalando al PP. Esta fue la palanca que dio la mayoría absoluta a Juanma Moreno, la habilidad para convertir el discurso del miedo a Vox por parte de la izquierda en un voto útil masivo a la derecha moderada. La gente no entiende «si no quieres Vox, vota al PSOE». La gente está entendiendo «si no quieres un gobierno con Vox, más te vale un PP fuerte».
Según las encuestas, el resultado de Vox no va a permitirle exigir entrar en el gobierno, aunque ya hemos visto en Extremadura que eso da igual y que los números no son motivo suficiente para reducir el odio africano que parte de Vox siente hacia el PP, llegando incluso a regalar la presidencia de la Asamblea al PSOE. Este error ha sido un regalo impagable para la campaña del PP. Ya no es solamente que se instaure la creencia de que un PP fuerte actúa la vez como valor contra el PSOE y contra Vox, sino que, desde lo de Extremadura, el voto a Vox empieza a percibirse como una incógnita, un sobre sorpresa que, llegado el momento, quizá no sirva para investir un presidente de centro-derecha sino para entorpecerlo. Y estas sorpresitas no son del gusto de la gente conservadora.
En mi opinión hay aspectos que se pueden pactar con Vox, como, por ejemplo, las medidas económicas y fiscales, las de ayudas a autónomos, las que pongan fin a los homenajes a etarras, medidas contra la okupación, de defensa del castellano, del campo, de la ganadería, de la tauromaquia, las ayudas a la natalidad y a la familia, las que pongan fin a locuras como la ley Trans o la reforma del Poder Judicial. El problema es que hay otros puntos en los que es imposible llegar a un acuerdo porque sus visiones son antagónicas. Si Vox fuera un partido responsable se centraría en apoyar aquello en lo que están de acuerdo, asumiendo el papel secundario que las urnas le han dado y asegurándose que los puntos comunes se llevan a cabo. Urge mejorar el país y no ponerlo en riesgo por tres carguitos. Pero, después de lo de Extremadura, no está claro que sean ese partido serio. Si no aceptan un acuerdo programático y exigen entrar en el gobierno, Feijóo deberá plantarse y, como Guardiola, no tener miedo a una repetición electoral que le dé, posiblemente, la mayoría absoluta. Pero algo me dice que no llegará la sangre al río. Al contrario que Rivera, Abascal sabe de qué va esto.
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