la suerte contraria

Le subestiman

Frente a la España rota de los independentistas, a la federal del PSOE y a la centralista y unitaria de Vox, Feijóo representa a la España constitucional

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El desprecio con el que Sánchez miraba a Feijóo es el desprecio con el que Madrid mira a las provincias. Es esa mirada condescendiente, algo paternalista y pelín sobrada con la que desde dentro de la M30 se piensa en el resto de España, ... a los que nos consideran poco menos que un grupo de paletillos más o menos atrabiliarios con extrañas costumbres. A saber, unos que corren delante de los toros, otros que sacan vírgenes a hombros, otros que tiran petardos, otros que levantan piedras y otros que conquistamos continentes.

No es exactamente superioridad sino más bien altanería, una postura corporal como de chulo que castiga, que a veces parece que pensaran que los otros cuarenta millones de españoles fuéramos unos tontitos que no se enteran bien de qué va la cosa. Porque los que saben son ellos. Y el mejor pescado está en Madrid, que, la verdad, es algo que suena extraño en el puerto de Bermeo. Y la manía que tienen a la Cruzcampo, que alguno debería venirse un día con mi amigo Juan de ruta por Sevilla e iba a terminar trazando un plan para encadenarse al grifo de La Fresquita como a un cordón umbilical del que manara alegría líquida. Ya se lo digo yo.

Esta idea se escenifica perfectamente con la imagen de ese día en el que el madrileño Félix Bolaños hacía un gesto como de ir a por palomitas por Moncloa, para disfrutar bien del baño que Sánchez iba a dar a Feijóo en el Senado. A qué va a venir un señor de Orense a rebatir al mismísimo presidente del gobierno de España, vamos a ver. Cómo se le ocurre a ese señor con pinta de jefe de estudios siquiera pensar en retar a Pedro de Tetuán, a Pedro de Pozuelo, a Pedro de Ferraz y Moncloa.

Y, claro, luego pasa lo que pasa, que llega la hora de la verdad y resulta que el señor ese con cara de asesor fiscal no era tan tonto; que una persona que ha ganado cuatro mayorías absolutas, presidido Correos, el Insalud y ejercido en gabinetes y en cargos por toda la administración no puede ser tonta. Que puede que no derroche entusiasmo, pero tiene experiencia, inteligencia, paciencia y más tablas que Isabel Pantoja. El carisma es una cosa de tercermundista; lo que la base sociológica de la derecha española quiere desde hace doscientos años es a señores aburridos, desapasionados, que griten poco y que cuadren las cuentas limitándose a gestionar transferencias como quien rellena el impreso 303.

Frente a la España rota de los independentistas, a la España federal del PSOE y a la España centralista y unitaria de Vox, Feijóo representa a la España constitucional, autonómica y periférica que mira a Madrid con respeto, admiración y cariño pero que no se rinde al supremacismo Pichi. No cerrará campaña en Madrid sino en Málaga y eso no solo es un buen gesto sino, además, un gran acierto estratégico. Logre o no logre gobernar, habrá dado una lección. Y no solo a la izquierda sino también a esa parte de la derecha que aún no ha entendido nada y sigue pensando que las elecciones en España se ganaban como se ganan en Madrid.

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