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LA SUERTE CONTRARIA

Retomar la fiesta

El socialfelipismo dejó paso al misantopedrismo y así fue como se convirtieron en una secta triste y con la cara de pánico

José F. Peláez

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Tuvo el felipismo algo de 'rave', solo que no duró cinco días sino trece años. Y que su epicentro no fue La Peza sino Joy Eslava. En Eslava se mezcló entonces la famélica legión con progres de derechas, empresarios engominados, putas viejas y artistillas maricones, ... formando, entre todos, el socialfelipismo (Umbral), ese pacto entre el PSOE y las élites que tan bien les vino a los dos. El rojerío entendió en Eslava que con los ricos se estaba muy bien y que, por lo general, son gente educada, inteligente y divertida. Bastante más que los pobres. Pero entendió algo más importante: que el dinero no tiene color ni ideología y que igual que un muerto de hambre se hace de derechas en cuanto tiene algo que conservar, un multimillonario levanta el puño y se hace 'woke' si necesita defender lo suyo. La derecha dejó, así, el coñazo nacionalpopulista en la puerta del Eslava y se puso a bailar 'agarraos' con esos progres con palcos y Moët Chandon. Porque no hay nada en el mundo que fascine más a un nuevo rico que un nuevo pobre, esa aristocracia venida a menos que es como ellos, pero sin estirar el meñique. Y no hay nada que le guste más a la derecha que una fiesta canallita, hortera, con cantautores comunistas y una conga que vaya desde 1982 hasta los baños.

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