LA SUERTE CONTRARIA
Justicia social
La distribución de la riqueza que anhela García-Gallardo es la forma de hacer efectiva la 'justicia social' que Milei considera aberrante
25 años de paz
Nebulossa Sánchez
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Iniciar sesiónMilei nos contó que la justicia social es algo propio «de resentidos, envidiosos, algo aberrante, porque implica un trato desigual ante la ley, porque implica violencia, porque para hacer una política redistributiva se lo tienen que robar a otro». Más allá de otras consideraciones, ... llama la atención que esa postura choca con la de García-Gallardo, que dijo que «la derecha aburguesada y la izquierda posmoderna han traicionado a mi generación. Hay que facilitar una distribución equitativa y lo más amplia posible de la propiedad». Y digo que llama la atención porque ambas posturas son incompatibles. La distribución de la riqueza que anhela García-Gallardo es la forma de hacer efectiva la 'justicia social' que Milei considera aberrante. Vox puede defender la idea que desee, pero es complicado defender las dos a la vez, como es complicado defender al campo español mientras se aplaude a Le Pen, que propone cerrar sus fronteras a nuestros productos.
Recuerdo la definición de justicia social de Walter E. Williams: «Yo me quedo con lo que gano y usted se queda con lo que gana. Si no está de acuerdo, explíqueme qué parte de lo que yo gano le pertenece a usted y por qué». No le falta razón. Que cada uno se quede con el fruto de su trabajo es, objetivamente, 'lo justo'. Pero, en mi opinión, no debemos perseguir lo justo sino lo bueno. Y lo bueno para la sociedad en su conjunto es redistribuir rentas de alguna manera para garantizar los derechos que el ser humano tiene de modo natural. Así entendido, la política redistributiva ya no es un latrocinio, como dice Milei, sino una decisión racional y virtuosa. Pero la medida de lo bueno viene marcada por la medida de lo posible, por lo que para redistribuir la riqueza primero hay que crearla, lo cual implica definir políticas favorables a la empresa, a la actividad económica y a la iniciativa privada.
Más allá de las causas de la pobreza, el hecho es que esta existe. Frente a ello tenemos que elegir entre hacer lo justo o lo bueno. Y si eliges lo bueno, da igual el motivo por el que se haga: lo importante es que se haga. Unos ven esta postura como una idea cristiana –lo es–, otros como una idea de origen socialista –también lo es– y otros como algo que apuntala el capitalismo –antes de morirse de hambre, la gente tiende a cortarte la cabeza, y sin cabeza es difícil ganar dinero–. Lo inteligente es entender que si hay derechos no habrá revolución, así que, en vez de perdernos en la semántica o buscar familias ideológicas para justificarnos, lo importante es tener claro que el grado de civilización de una sociedad viene marcado por el trato que da a los desfavorecidos. Cabría añadir que el grado de dignidad de esos desfavorecidos viene de no confundir sus derechos con el asistencialismo socialista. En España todo esto está recogido en la Constitución y es fruto de un acuerdo entre liberales, socialdemócratas, comunistas, conservadores y democristianos. Y lo propio de resentidos sea, quizá, ponerlo en riesgo.
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