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Iniciar sesiónEn un viejo país ineficiente, algo así como España a finales del verano, abrieron el sepulcro. Todo, entonces, vino a llenarse de purificación. En las cabezas más memoriosas, entre los dedos entrelazados por un rosario, en los abulenses más pasionales, las lecciones de santa Teresa ... resonaban como dardos. Jamás se vio española tan libre en la fe, tan fervorosa en la libertad. Contaron los televisores, entre las miserias del día, que hubo cielo azul en Alba de Tormes, y que un milagro sostenido le recordaba a los contribuyentes que España es, también, tierra de santos inspirados entre tanto pícaro y tanta pústula moral.
Santa Teresa obró lo divino para quien quisiera verlo la semana pasada. El país, sin embargo, seguía a lo suyo; chapoteando en la anarquía, lejos de un camino de perfección por el que quizá nunca transitó ni transitará, que manda narices. A Teresa de Cepeda y Ahumada, desde que tengo memoria de niño con nombre de mesías, la trastearon 'hunos y hotros', ajenos a la lanzada de Bernini y ajenos a todos. Lo que sé es que la santa fundó conventos con la misma fiereza con la que muchos años después el exministro mixto cerraba karaokes. España es así, lo sublime y lo grotesco cementados en el mismo suelo, bajo el mismo cielo y en distintos tiempos. Quise ver en esta nueva era de santa Teresa, ahora que ya anochece más temprano, como un mensaje de esperanza. No se me puso el mundo del revés, ni se me apareció un arcángel entre pucheros. No. Simplemente me vino la historia a verme, tranquila.
Uno es que se hace teresiano cuando le viene, y a mí me vino así, en un rato catódico que me calló un rato largo. Parecía imposible lo incorrupto, pero ocurrió y ocurre. Aquí.
Entre las confesiones de Ábalos, amado niño de Heliodoro tirando de la manta, y las 'Confesiones' de la santa se puede despejar el panorama, el ánima y la mente obtusa. A España es que ya sólo la explican la Teología y la mística del cabreo de sobremesa. El divino cabreo que atraviesa corazones, épocas y ministerios profanos y profanados.
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