LAPISABIÉN
Lisboa
Portugal enseña que el vivir no es una inmediatez de naderías en un telefonito
1M (30/94/2023)
Dale al libro lo que es del libro (26/04/2023
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Iniciar sesiónHe venido a Lisboa a quitarme una hora, las heridas del tiempo, a mirarme en las aguas ya salinas del ancho Tajo y a preguntarle que quién era y qué era. Justo ahora, que ya no me miro en los espejos. El Padre ... Tajo no respondió, como no responden los ríos a preguntas que se musitan. Al menos no respondió de inmediato. En las balconadas últimas de Europa, pienso en el Océano, y ya, todo, se ve como en miopía y en esperpento lejano, aunque ese 'todo' fue ayer.
Frente a la amplitud, los sainetes patrios, al cólico por sobreexposición de Bolaños, el infierno que anuncia el BCE, se asordinan. Olvida uno hasta los muertos sin contar de la peste china que dicen que caput. Quizá porque cuando no hay esperanza, ni amor, sólo el ancho Tajo, ya mar, canta la verdad de todo. La paz más simple y barata.
Portugal enseña que el vivir no es una inmediatez de naderías en un telefonito, sino sábanas colgadas a un sol que rebota en el agua y que desde allí va a los balcones donde se secan los secretos. Lisboa es bella en la dejadez estudiada sin estudiar, pero con esa belleza de lo intangible, de lo que no está en el tópico, sino en un gato, en una esquina donde un mozambiqueño habla con espasmos y los dientes brillantes, con un orgullo inverso de haberse 'descolonizado'. Los portugueses tienen su charolada, que los ibéricos, aunque soñáramos con el más allá y lo pisáramos, llevamos el sello mismo de la Cruz y la espada, pero también del esperpento. Ellos ríen con 'saudade' y la mirada más gris.
Admiróse un portugués, cantaba Moratín, y yo, español decadente como Manuel Machado, admiro y comprendo a este pueblo hermano de orgullo silencioso al que intento hablarle, por gestos, de lo que sucedió en Sevilla y en Morante. Vine a Lisboa porque a España hay que quererla, aunque sea unos días, dejándola sola con sus cuitas. Olvidarla en todo menos en la memoria de la sangre, aunque sean unos días. A estas alturas de mayo, sólo podemos esperar que la campaña no nos achicharre, que sea lo que sea. Por eso mi exilio de la nada hacia la nada.
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