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En obserbación

El caso Gómez, o el caso Sánchez

El caso Gómez se convierte en el caso Sánchez por pura lógica, por simple cercanía. El roce hace el cariño

Begoña es sanchista

Carvajal, Gibraltar y las nuevas mordazas

Jesús Lillo

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Como cuando va García Ferreras a la Moncloa a entrevistarlo -«Mira, Antonio», «Eso es, Antonio», «Claro que sí, Antonio»-, el juez Peinado se va a desplazar a la residencia oficial del matrimonio Sánchez para tomar declaración al presidente del Gobierno, testigo de los encuentros ... que el recomendado Barrabés confesó haber mantenido con la catedrática Gómez. El juez que instruye el caso de la profesora de la Complutense seguramente pregunte al jefe del Ejecutivo por los detalles de aquellas reuniones, tan escasamente éticas como presuntamente legales. Lo más normal del mundo, al menos a este lado del muro y del foso de fango, es que un instructor tire del hilo de la madeja que se trae entre manos, que es lo que hace el juez Peinado cuando cita a declarar, en la modalidad de 'rider', reparto a domicilio, al presidente del Gobierno.

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