En Observación
Begoña es sanchista
Como Pedro Sánchez, la esposa del presidente del Gobierno ha aprendido a no declarar cuando le preguntan inconveniencias
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Tiros de cámara
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Iniciar sesiónA su llegada al palacio de Blenheim en Woodstock, esto fue el pasado jueves, Pedro Sánchez dio una pista de lo que al día siguiente iba a hacer su mujer ante el juez Peinado: no declarar. Estaba el presidente del Gobierno, esto fue en Woodstock, ... hablando de su proyecto de regeneración democrática cuando le preguntaron por la causa en la que está involucrada Begoña Gómez. El jefe del Ejecutivo se acogió a su derecho a no declarar, como viene haciendo desde tiempos pandémicos en el Congreso de los Diputados, cambió de tema y sin pronunciar palabra -ni siquiera fango dijo- siguió con sus discursos a la ciudadanía, más bonito que un San Luis.
Begoña Gómez, sanchista por matrimonio y por conveniencia, pasa por los juzgados de la madrileña plaza de Castilla para rendir homenaje a su marido y hacer de su silencio un anexo al manual de resistencia que un día firmó Sánchez. Tal para cual, Pedro y Begoña, Sánchez y Gómez, han construido un muro, uno de tantos, para protegerse de cualquier escrutinio, ya sea público, parlamentario, periodístico o procesal.
Que al presidente del Gobierno se le colara en su propia casa, esto fue la semana pasada, un grupo de ultras -la selección de fútbol, fachas perdidos- para ridiculizarlo fue el colmo de la permeabilidad de La Moncloa, un fallo del sistema que lo amuralla y lo protege de la crítica, el desafecto e incluso el rebuzno. Segura de sí misma, leyendo la prensa extranjera y redactando cartas a su ciudadanía, allí se hospeda y recibe a sus recomendados Begoña Gómez, no sabemos si alumna -cátedra extraordinaria- o inspiradora de la estrategia de evasión que su marido popularizó en la sede de la soberanía nacional durante la pasada legislatura y a la que recurre, de aquí a Woodstock, cuando le preguntan por las cosas del querer y del juzgar.
Begoña no declara ante el juez Peinado para cumplir los votos matrimoniales que hizo cuando se casó con Pedro. En la salud y la enfermedad, en el Parlamento y en los juzgados, en plaza de Castilla y Woodstock, ciudad que tiene nombre de festival, como el FIB al que Sánchez la llevó, volando, para ver a los Killers. «Si nos preguntan por el concierto -le dijo él-, decimos que nos queremos». Son una pareja muy concertada.
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