EN OBSERVACIÓN
Acordarse de Rubalcaba cuando truena
Nuestra derecha multiconfesional comulga con el santoral de la izquierda
Realidades aumentadas (26/9/2023)
Debajo de las piedras solo hay alacranes (25/9/2023)
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Iniciar sesiónTiene razón el PSOE cuando, por boca de Óscar Puente, reprocha al PP su veneración por una vieja guardia socialista a la que profesa de boquilla la fe coyuntural del converso y aplica con carácter proactivo el cuadrante de las comparaciones odiosas. Entre la ... idealización del pasado en la que descarrila la nostalgia y la perversión que representa la interpretación de la historia a partir de variables del presente continuo, el PP se hace la picha un lío y se pone a rezarle –desde los tiempos de Aznar, que leía a Azaña en la intimidad– al primero que encuentra en los archivos de la izquierda, patrimonio inmaterial de España. Tiene razón el PSOE cuando, por boca y mandíbula de Óscar Puente, recuerda al PP lo que no hace mucho iba diciendo de Gregorio Peces-Barba, quien al dictado del plan pacificador de José Luis Rodríguez Zapatero ejerció de alto comisionado para el Apoyo a las Víctimas del Terrorismo. Esas cosas –las de Peces-Barba– no se olvidan. Buena memoria, y dignidad y justicia para ir tirando.
Encomendarse a Felipe González y Alfonso Guerra, como hace el PP, es un exquisito ejercicio de hipocresía y amnesia, que es la amnistía del recuerdo. Como en el islam, donde no se representa la imagen de Mahoma, el PP se postra ante una abstracción manipulada y reza en la capilla multiconfesional del hospital en el que se lame las heridas. En el 'Flos sanctorum' del Régimen del 78, a Alfredo Pérez Rubalcaba –otro becerro de oro en el altar de la calle de Génova– se le suele representar con el Niño Jesús de Polanco en brazos, un faisán a los pies y un teléfono móvil en la mano derecha, en recuerdo del «Pásalo». Por boca y quijada de Óscar Puente, el PSOE se encomienda a san Alfredo cuando en sede parlamentaria acusa al PP de José María Aznar de organizar los atentados del 11-M, incriminación que el exalcalde Valladolid matiza luego: no los organizó, pero los provocó al alistarse en una guerra injusta. En otras palabras, la foto de las Azores, la estampita de san Alfredo y la legitimación del terrorismo en función de un agravio previo. Si es que van provocando... Amnistiar a una cuadrilla de golpistas resulta en estas circunstancias tan inocente como liberar a un preso para que salga el Jueves Santo delante de la imagen de un Cautivo. Memoria, poquita; dignidad, ninguna, y justicia, sobre la marcha y con la bendición de monseñor Conde-Pumpido. La culpa del 11-M la tuvo Aznar (Rubalcaba, pásalo) y la responsabilidad del 1-O fue de Rajoy (Sánchez, al tiquitaca).
Contrasta la devoción que nuestra derecha manifiesta hacia las figuras de la acera de enfrente, similar a la que declara a unos nacionalismos moderados que son en sí un oxímoron, con la claridad de ideas de una izquierda que desde nuestra primera transición siempre supo localizar el lado malo de la historia y proyectar su simbología para consumo y guía de la nación: Fraga, el fascismo; Aznar, la guerra; Rajoy, la corrupción y el recorte de derechos. Eso va a misa. El multiconfesionalismo de los cuadros del PP, capillitas de hospital, no es solo relativismo, sino capitulación y renuncia.
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