bala perdida
Ineptitud sobrevenida
El inepto sostenido es una ejemplar clásico de la España de hoy y de siempre, pero más todavía de la de ahora mismo
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Iniciar sesiónRueda por ahí una noticia emocionante a la que se le hace poco caso, o ninguno. Ha dictado la Justicia que es procedente el despido de un trabajador por «ineptitud sobrevenida». Es soberbio eso de la ineptitud sobrevenida. Yo la noticia la veo, sobre ... todo, en que se incluye en el fallo la ineptitud, sólo punible, eso sí, si resulta sobrevenida, o sea, repentina, o sea, casi como un plus sobre la ineptitud en general. De modo que ante el inepto sostenido no hay nada que alegar. El inepto sostenido es una ejemplar clásico de la España de hoy y de siempre, pero más todavía de la España de ahora mismo, donde los galgos van antes que el suegro, la mentira antes y después que la idea, la peluquería antes que la cordura y la metralleta antes que el diálogo. El mundo es un viejo error, según la máxima del filósofo, pero además tenemos un orfeón de ineptos, en la política y más allá, a los que nadie demanda, porque la ineptitud se acredita si es sobrevenida, según ley, lo que viene a avalar que el inepto es un virtuoso siempre susceptible de empeorar. La noticia que llevo aquí de ancla proviene del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, y explica que procede un despido porque la faena que el laborante resolvía en cinco horas pudiera hacerse en sólo una. Igual el laborante despedido sólo era un lento, pero parece que no, porque se escribe a conciencia el término ineptitud, que aúpa la carencia o la deficiencia. Yo creo que no hace falta insistir mucho en que nos sobran razones, a diario, para colocar alguna demanda de ineptitud, así en general, pero la ineptitud sólo se demuestra si la cotejamos con ella misma. O sea, si es sobrevenida, que quiere decir, en el fondo, que es un empeoramiento atronador de lo mal que se estaban haciendo las cosas un rato antes. Los del Tribunal Superior de Justicia han dado en clavo del diagnóstico del momento, en la vida política española, y hasta en eso que se llama geopolítica, pero aludiendo sólo a un caso de un peatón despedido. Porque nos rodea la ineptitud. Tan a menudo, no sobrevenida.
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