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una raya en el agua

Justicia averiada

El sistema judicial tiene un problema de independencia y otro de medios. El Gobierno no le concede ni respeto ni dinero

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Ignacio Camacho

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La Administración española de justicia tiene dos problemas esenciales: uno de independencia y otro de recursos, de medios. Ambos vienen de hace mucho tiempo y se han agudizado bajo este Gobierno, cuyo intento de asalto a la cúpula judicial ha desembocado en un grave bloqueo ... y en una indiscutible preterición en el reparto del presupuesto. El sistema funciona peor hoy que hace veinte años; hay muchos más litigios y un grave retraso en los procesos que ya entonces eran inaceptablemente lentos. El poder sólo se interesa por el control político e ideológico de los jueces, que a su vez se sienten tratados con arrogancia y desprecio, pero el colapso es general y afecta a todos los estamentos. Los conflictos laborales se suceden empantanando aún más los juzgados, donde el aplazamiento de las vistas se ha convertido en hábito cotidiano. Miles de sumarios, demandas, pleitos y recursos se acumulan en el marasmo burocrático sin que a ninguna autoridad nacional o autonómica parezcan preocuparle en serio las consecuencias para los ciudadanos. Por ende, la seguridad jurídica se resiente bajo la arbitrariedad de ciertas leyes promulgadas en este mandato. Además de la incertidumbre sobre el horizonte penal de muchas personas, la vida económica del país queda condicionada por la parálisis jurisdiccional y el caos rutinario. Una evaluación siquiera aproximada del coste global del atasco provocaría en la opinión pública un descomunal escándalo.

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