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una raya en el agua

España averiada

En un paisaje de instituciones licuadas, el país avanza con inquietante conformismo hacia la desvertebración democrática

Tren de borrascas

Los que sí lo sabían

Ignacio Camacho

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La Historia de una nación no necesita que los ciudadanos se enorgullezcan de ella. Ni mucho menos que pidan perdón; basta con que sepan asumirla entera, con sus luces y sombras, y que aprendan a reconocerla con comprensión racional y perspectiva serena. Ni España ... ni los españoles tienen que arrepentirse ni solicitar a nadie su indulgencia por haber cambiado el mundo en la epopeya de América. Ocurrió, simplemente; hubo muchos episodios de gloria y algunos de tragedia, como los hubo de civilización y de guerra, de progreso y de esclavitud, de grandeza y de miseria. Y tanto allí como aquí es menester aceptar con naturalidad la memoria y la herencia de un proceso de características necesariamente complejas cuyo mayor defecto acaso fuera la exportación de esa tendencia autodestructiva tan nuestra. Esa recurrente cultura del conflicto que a menudo quiebra la convivencia y arrastra al fracaso proyectos de extraordinaria envergadura estratégica.

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