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una raya en el agua

Difícil de entender

El Gobierno ha fiado su defensa a un constructo de realidad paralela, el de una conspiración de jueces de derechas

'Moncloa connection'

La primera calle a la derecha

Ignacio Camacho

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No, ministra Alegría, no es difícil de entender lo que hacen 'algunos jueces'. Los jueces, todos, no algunos, abren diligencias cuando reciben una denuncia, y en su caso instruyen un sumario y mandan a la Policía Judicial –la UCO, eso sí se entiende, ¿verdad?– a ... investigar indicios. Indicios susceptibles de funcionar como pruebas, que en rigor técnico sólo son tales cuando un tribunal juzgador así las considera y se basa en ellas para emitir una condena. Esto es fácil de entender sin necesidad de estudiar derecho ni ser una minerva porque son conceptos elementales al alcance de cualquiera. Y de hecho la ministra Alegría lo sabe, pero alguien le ha ordenado que siembre confusión a conciencia y deslice sospechas de prevaricación de los magistrados, como si eso fuese buena idea. Quizá porque lo que preocupa en la Moncloa no es la suerte penal de García Ortiz, a quien el discurso gubernamental está complicando la defensa, sino construir una realidad paralela, la de una conspiración judicial a favor de los intereses de la derecha, para intentar que se la crean esos votantes sectarios incapaces de pensar por su cuenta. Ese 'relato' alternativo que pergeñan unos escribidores de vía estrecha para que lo repitan sin pestañeos la portavoz del Ejecutivo y sus colegas, reducidos a meros ventrílocuos de voz prestada, ajena, confiando en obtener la benevolencia del líder a cuyos arbitrarios designios han subordinado sus carreras.

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