Suscribete a
ABC Premium

Una raya en el agua

Un rey afligido

Hay en Carlos un aire dolorido, de víctima, de no haber entendido que la institución está por encima de su propia vida

Ignacio Camacho

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Cuando fue investido príncipe de Gales, Carlos Windsor se empeñó en trufar su discurso de guiños a la reivindicación nacionalista. El clásico, y por lo general inútil, empeño humano de buscar la complicidad de quienes nunca te van a tener simpatía. Ha llovido mucho desde ... entonces pero la consideración de los británicos sobre su nuevo Rey no es ni de lejos la misma que sentían por su madre recién fallecida, pese a que ella nunca quiso ni supo ni pudo impostar una imagen de cercanía. Hay en él un eterno aire afligido, un halo como de víctima, de tipo que piensa que el mundo le debe algo porque en algún momento fue más o menos obligado a casarse con una mujer a la que no quería. Una sensación de no haber entendido que cuando naces heredero de una monarquía lo único importante es la institución y es a ella a la que debes consagrar todos los pasos de tu existencia, pasando por encima de tus sentimientos, de tus proyectos y si es necesario de tu propia familia. Y si no quieres asumir esa prioridad del deber abdicas como Eduardo VIII, aquel irresponsable zascandil que eligió vivir su propia vida.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia