EDITORIAL

El verdadero pacto de Sánchez

El binomio Sánchez-Pumpido es la clave de esta legislatura, mucho más que los pactos inestables del PSOE con Puigdemont o Junqueras

El deterioro democrático en España se revela no solo en las grandes crisis institucionales. También se muestra en pequeños detalles, a veces más significativos que los conflictos a tumba abierta entre gobierno y oposición, como la revelación de Pedro Sánchez sobre el magnífico futuro que ... esperaba a Magdalena Álvarez, condenada por los ERE fraudulentos. Y así ha sido: el Tribunal Constitucional ha exonerado a la dirigente socialista del delito de prevaricación. El coste de esta decisión es lo de menos: impunidad para la corrupción, desafío al Tribunal Supremo y quiebra interna del TC. Lo importante es que el tándem Sánchez y Conde-Pumpido siga funcionando como el verdadero pacto de legislatura en el que confía el presidente del Gobierno.

Conde-Pumpido ha hecho méritos para granjearse el afecto del PSOE. Es su hombre de confianza para las situaciones difíciles. Como fiscal general del Estado, siendo presidente Rodríguez Zapatero, purgó la Fiscalía de fiscales extraordinarios, como Eduardo Fungairiño, para el 'reequilibrio ideológico' del Ministerio Público. Pero, ante todo, fue el brazo ejecutor dentro de la Justicia de la negociación política de Zapatero con ETA. Se cuenta que, al conocer que el fiscal pedía su ingreso en prisión provisional en 2005, Otegi preguntó si «esto lo sabe el fiscal general». ETA llevaba un año sin asesinar cuando el PSOE llegó al poder en 2004. Estaba operativamente muerta. Luego volvió a matar mientras negociaba. Hoy, Otegi es socio preferente del PSOE.

Ahora, con Pedro Sánchez, Conde-Pumpido vuelve a estar en la posición necesaria para que el socialismo lleve a buen puerto el cambio constitucional encubierto que se pactó en los acuerdos de investidura con PNV, Junts y ERC. La amnistía, aun siendo una agresión intolerable, es una pieza más en el engranaje deconstituyente ideado por Sánchez y los separatismos. Este Tribunal Constitucional liderado por Conde-Pumpido no se anda con las cautelas que solían tener las mayorías conservadoras de antaño, incapaces de resolver en diez años sobre la ley del aborto o dejando escapar el asalto socialista al Consejo General del Poder Judicial con la mutilación de sus facultades de nombramiento. De ambos asuntos han dado buena cuenta Conde-Pumpido y los magistrados de confianza de La Moncloa.

Ahora la tarea principal de Conde-Pumpido es socavar la autoridad de la Sala Segunda del Supremo. Poco a poco, con apariencias de pulcritud técnica, sus sentencias revocatorias, como las del exdiputado Alberto Rodríguez o de Magdalena Álvarez, van allanando el camino para revertir las decisiones que adopte el Supremo sobre la amnistía o futuros juicios a aforados. Lo fundamental es romper las líneas de separación entre el Constitucional y el Supremo y convertir a este en un juzgado de instrucción sin soberanía jurisdiccional. Sentencias hechas con astucia, porque esconden sus efectos secundarios tras el velo de argumentaciones garantistas, siempre en defensa de ese sistema que acaba socavado por la politización de sus decisiones.

El binomio Sánchez-Pumpido es la clave de esta legislatura, mucho más que los pactos inestables del PSOE con Puigdemont o Junqueras, sometidos a todas esas variables de prestaciones y negociaciones que no existen en el leal y convencido compromiso de Conde-Pumpido con el proyecto socialista de reversión constitucional del Estado. Lo dijo un ministro socialista de Justicia, hoy magistrado del Tribunal Constitucional: España está en un proceso constituyente. Y para lograr el objetivo de derogar un orden constitucional, todo autócrata que se precie debe tener a sus hombres infalibles en los puestos clave.

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