EDITORIAL
Mejorar el gasto en la defensa y seguridad de todos
Debería ser una prioridad que España asimile y desarrolle una cultura de defensa
España es uno de los países a la cola de la Alianza Atlántica en inversión en Defensa, solo el 1,09 por ciento de su PIB, apenas supera en el esfuerzo económico a Luxemburgo, que tiene un ejército microscópico. La inversión en las Fuerzas Armadas, tradicionalmente denostada por el antimilitarismo alcanforado de la izquierda, debería ser una prioridad pues España está obligada a asimilar y desarrollar una cultura de defensa que ponga en valor el trabajo que dentro y fuera de nuestras fronteras desempeñan los Ejércitos, que completan el cometido que les reserva expresamente la Constitución. Es decir, que el esfuerzo financiero se acerque al que hacen los profesionales de los Ejércitos. Durante 2024, el número de militares desplegados en el exterior superará los 3.500, una de sus cotas más altas con misiones en todos los continentes. No pueden garantizarse las libertades sin unas Fuerzas Armadas bien dotadas.
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