siempre amanece
Puente, de profesión, gorila
El Ministro de Transportes discute hasta con las máquinas, que es cosa de los locos y los necios
¿De qué sirve el activismo?
Trece años
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Iniciar sesiónQuizás el problema no sea ser un chulo, sino la falta de estilo. Óscar Puente, que te habla y parece que te va a dar un par de bofetadas, va por ahí señalando periodistas y metiendo zascas en el tiempo que le dejan los retrasos ... en los trenes, que parece ser mucho. Un ministro de Transportes debería estar para que funcionaran los transportes, que no es poca cosa, pero le ocupan cuitas y obsesiones. Ruge, se golpea el pecho, menea las ramas: ejerce la profesión de gorila del Gobierno, y con esta figura me permito solamente animalizar un rasgo evidente de su carácter sin intención de desprecio, como cuando me refiero a los amantes como tortolitos.
Siendo ya ministro, en redes me llamó impresentable, lo que forma ya parte de mi posteridad. Antes, siendo alcalde de Valladolid, telefoneó al director del programa de radio para pedir mi cabeza porque yo había dicho que Bildu era ETA, aunque en realidad hubiera dicho que técnicamente no lo era, pero que se los pasaban cerca. A Puente le ofende que podamos hacer analogías entre una banda terrorista y un partido que cuenta entre sus filas con decenas de terroristas de esa banda. El periodismo combativo nunca fue mi fuerte porque me aburre y porque lo mío es hablar de sanfermines y levanteras, pero hasta el último plumilla debe alguna vez poder darse el gusto de cabrear a un alcalde de Valladolid.
A Puente no le gusta la prensa que no dice lo que él quiere leer, y coge cada perra. La penúltima, contra un corresponsal de este periódico, David Alandete, al que señaló como «otro patriota de ABC con acreditación en la Casa Blanca» por preguntar a Trump por sus relaciones con España, cosa que resulta de interés evidente. El mosqueo de Puente pretende responsabilizar de la crisis política de España y Estados Unidos a los periodistas que preguntan demasiado, y si esto no supone un tic autoritario más del Gobierno, que venga Dios y lo vea.
De cómo pasamos del sanchismo bonito de la primera legislatura, con sus escritores y astronautas, a estos machacas de discoteca de ahora hablaremos otro día, pero ahora hay que detenerse en Puente peleándose ahora contra la inteligencia artificial. El ministro preguntó en X a Grok si en la Administración era costumbre pagar gastos en metálico, y como la IA le dijo que no, la bloqueó con despecho, como si pudiera ofenderla, como esa gente que se enamora y sufre por un robot, o creen que tienen una relación con la IA y hasta discuten a las cuatro de la mañana. Después, el Chat GPT al que apodan pongamos que Marimar les convence de que lo mejor es saltar por la ventana y ellos saltan, o se enfadan y les dejan de hablar un tiempo con dolido desdén, como hace Puente con Grok. Del ademán del ministro da cuenta que discute hasta con las máquinas, lo que es cosa propia de los locos y, por supuesto, de los necios.
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