DESPUÉS, 'naide'
¿De qué sirve el activismo?
Las causas, entre ellas la palestina, son el ibuprofeno de la moral y terminan por dañar a quien pretenden proteger
'Vini, vidi, selfi' (oda a la Flotilla de Gaza)
Regreso al Pimpi Florida
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Iniciar sesiónHay un momento en la vida de uno en el que hace demasiado tiempo de demasiadas cosas. El movimiento de boicot, desinversión y sabotaje (BDS por sus siglas) contra Israel nació hace veinte años. Los judíos se estaban largando de Gaza, los ... halcones se volvieron locos por aquella decisión y yo estaba en segundo de levanteras en Cádiz. Recuerdo que salía a comprar algo de atún al mercado un sábado y volvía a mi casa al día siguiente con la bolsa y el atún echado a perder. Digo que el mundo ha cambiado pero las causas siguen siendo las mismas. Yo, cuando escucho de una causa, ya me echo mano a la cartera y encuentro dificultades para confiar en los que a toda costa quieren salvar al mundo y a mí. Prefería cuando solo pretendían robarme.
El conflicto árabe-israelí ha suscitado los empeños más dañinos de la gente bienintencionada, y con este término me refiero a los que desde las comodidades occidentales necesitan justificar su bienestar con el sostenimiento de esta y otras locuras. Lo necesitan para sentirse bien, para ser útiles y buenos. Las causas, entre ellas la palestina, son el ibuprofeno de la moral, de la ética de tienda del chino, de las rebajas de la ciudadanía, la oportunidad del mediocre. Pon que eres un mal tipo, o un tipo mediocre como poco, que hablas mal a tu mujer, que no llegarás nunca a la suela del zapato de nadie, que no te comes un rosco o todas las posibilidades juntas, pero una causa te sirve para remendarte, para ser alguien. Funciona así desde el cambio climático, los saharauis, los gazatíes, la libertad del pueblo vasco y lo que haga falta. Yo es que creo que la gente se metía en ETA para follar, y de ahí no me mueve nadie a estas alturas del curso.
El conflicto árabe-israelí ha suscitado los empeños más dañinos de la gente bienintencionada, los que desde las comodidades occidentales necesitan justificar su bienestar
La causa que sostiene el activismo en realidad no es que no sirva para nada –¿de qué sirven las pataletas de Sánchez o las marimbas de la flotilla de Barbie Palestine para alcanzar un acuerdo de paz en Gaza?–, es que resultan dañinas para lo que intentan proteger. Uno cuando se da cuenta de esto es que se ha hecho muy mayor y hay una fase en la que se siente muy mala persona, pero seamos sinceros. Los gazatíes no son refugiados y siguen viviendo en la desdicha de su sociedad precaria porque desde hace décadas los activistas de aquí los usan para sentirse mejores y sostienen su resistencia de hace ochenta años con miles de millones de dólares gracias a los que los que los subyugan han montado una estructura terrorista que solo ha traído dolor a niños, mujeres e inocentes. Si hubiéramos pasado de Palestina, hace tiempo que se habrían dado cuenta de que hace 80 años que perdieron la primera guerra y las que vinieron después. Que mejor hubieran hecho en aceptar un Estado israelí, convivir con él en cierta paz y desarrollarse como nación en la medida de lo posible, pues han palmado esta guerra y palmarán las que emprendan contra Israel porque lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
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