el burladero
Feijóo es culpable y Bildu en palacio
La sola mención de honra se convierte en una paradoja a carcajadas
El sexador de catalanes
El armenio tiene un par
La Sincronizada está deseosa de que Sánchez aparezca por ensalmo en el balcón del Bellas Artes de la calle Alcalá y grite sin remilgos: «¡¡Feijóo es culpable!!» (N del A: eso lo gritó Serrano Suñer en ese balcón, pero refiriéndose a Rusia, poco antes ... de enviar a la División Azul a combatir en los helados campos de San Petersburgo. Lo digo por los de la LOGSE y posteriores). Están rebuscando en el argumentario de Moncloa para encontrar la frase sencilla que condena al líder de la oposición (el partido más votado) por no haber apoyado a Mister Handsome, incluso con cánticos, tras su entrevista en Palacio. La pantomima intragable organizada por el Jefe del Gobierno, a mayor confusión de todos, ha consistido en lo que podíamos imaginar horas antes de que ni siquiera enchufaran las máquinas de café: una charla insípida sin datos ni revelación de estrategias sobre un asunto de Estado de importancia nuclear. Nada menos que doblar o triplicar el presupuesto destinado a Defensa e igualar nuestra aportación a la que realizan otros países de nuestro entorno europeo.
Sánchez no quiere pasar por el Parlamento ya que de esa manera se visualiza su soledad y la fragilidad de la coalición basura que le sostiene. Algo tan importante como lo descrito quiere solucionarlo enmascarando partidas presupuestarias bajo el epígrafe de 'seguridad' (capaz es de incluir las nóminas de toda la Guardia Civil) y escapar de un debate parlamentario en la que solo tiene las de perder, en el que debería pedir ayuda al Partido Popular sabiendo que solo obtendría su apoyo a cambio de cosas que no quiere pactar. Solo piensa en clave partidista, sectaria y electoralista. Como buen autócrata, no está interesado en el futuro de España, sino solo en el suyo propio. En cualquier país no sujeto a un indecente sin escrúpulo alguno, una soledad parlamentaria como la descrita, en asunto capital como el que nos ocupa, significaría la inmediata convocatoria de elecciones. Es lo que dicta la honradez política; pero tratándose de semejante individuo la sola mención de honra se convierte en una paradoja a carcajadas.
En la fiesta de charlitas de ayer en Moncloa, hubo invitado de honor: Bildu. La formación proetarra pisaba palacio por vez primera. Aizpurua, la miserable colaboradora de Gara-Egin que señalaba objetivos para que ETA tuviera en qué entretenerse, se convertía en la princesa del cuento. Vox, con tres millones de votos, no era convocado al baile –y algo me dice que están encantados con ese distingo– pero sí lo era un partido que no condena el terrorismo y que homenajea abiertamente a todo asesino que libera el gobierno vasco después que Sánchez les haya cedido las competencias carcelarias para eso mismo (mensaje a la Sincronizada: condenan la violencia, y ni siquiera toda, pero no condenan el terrorismo). ¿Y que le dijo Bildu?: que no apoyan el rearme europeo, evidentemente. Y mira que ellos entienden de armas.
La riada de la ignominia ya llega a la altura del mueble bar de Moncloa.
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