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ANTIUTOPÍAS

El fracaso 'woke'

El mayor legado del 'wokismo' será haber despertado un movimiento orgullosamente reaccionario

La mano dura bukeliana

Dios, pueblo y líder

Carlos Granés

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La nueva moral progresista, lo que en el mundo anglosajón se conoce como 'woke', encarna una gran paradoja. Su propósito es defender la diversidad, la equidad y la inclusión, pero allí donde se instala genera división y discordia. Está ocurriendo en todas partes, no sólo ... en Estados Unidos, y la causa hay que buscarla en los principios o premisas de las que parte. Para el 'wokismo' el mundo se divide en opresores y oprimidos, y con sorprendente premura asume que el hombre blanco occidental es la encarnación de los primeros, y todas las otras razas e identidades minoritarias, de los segundos. Esta premisa, que se observa como una revelación axiomática o una verdad profética, convierte al 'wokismo' en una cruzada que no sólo intenta restituir a las víctimas y ayudar a las poblaciones marginadas, sino culpabilizar a sus opresores. El hombre blanco debe entonces reconocer un pecado de origen, su mal inherente, y purgarlo mediante la conversión religiosa. Es decir, despertando y adhiriéndose con fervor a las filas de los justicieros sociales.

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