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ANTIUTOPÍAS

La mano dura bukeliana

La clave hay que buscarla en la rapidez con la que actuó el salvadoreño

Dios, pueblo y líder

Los caprichos decoloniales

Carlos Granés

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Hace poco más de un mes, el 1 de junio pasado, tomaba posesión de su segundo mandato el salvadoreño Nayib Bukele. Lo hacía ataviado con un traje de chaqueta negra y larga, ribetes color oro y bordados decimonónicos en los puños y el cuello, ... una prenda que hablaba por sí sola, como si fuera un símbolo explícito de aquello en lo que se había convertido el presidente. Su imagen encarnaba la mezcla del profeta que le trae una revelación a las derechas hispánicas, y del espadón centroamericano que, como el guatemalteco Jorge Ubico, se vestía de Napoleón para obligar a los pobres a trabajar en las bananeras.

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