ANTIUTOPÍAS
Elecciones en Ecuador
El mal gobierno sigue, pero ahora los ecuatorianos tienen la segunda tasa de violencia más alta de América Latina, después de Haití
'El odio' y el odio
Los 89 de Vargas Llosa
Los ecuatorianos tendrán que decidir este domingo quién será el encargado de gobernarlos durante los siguientes cuatro años. Y lo tendrán que hacer en medio de una epidemia de asesinatos sin precedentes, que en sólo tres años ha cambiado el rostro del país hasta ... hacerlo irreconocible. Ecuador era un enigma: demasiado pacífico para estar tan cerca de Colombia. Padecía de presidencias circenses como la de Abdalá Bucaram, de intentos golpistas como el de Lucio Gutiérrez y de caudillismos autoritarios como el de Rafael Correa, pero era un país tranquilo. No había encontrado la receta del buen gobierno, pero al menos parecía vacunada contra los carteles del narcotráfico y la violencia descontrolada que martirizaban al país vecino. Eso fue lo que cambio. El mal gobierno sigue, pero ahora los ecuatorianos tienen la segunda tasa de violencia más alta de América Latina, después de Haití.
Y digo que el mal gobierno sigue, porque las opciones políticas que se enfrentan en la segunda vuelta presidencial no invitan al optimismo. Por el flanco izquierdo se perfila Luisa González, un epifenómeno de Rafael Correa que se alinea con las posturas del socialismo del siglo XXI y se prepara para reconocer a Nicolás Maduro como presidente legítimo de Venezuela. Su falta de capital político propio hace temer que indulte los casos de corrupción que aquejan a Correa, o que asuma un papel similar al de Medvédev en Rusia. Al fin y al cabo, su mentor trabaja como entrevistador en un programa de RT, al servicio de Putin, y los líderes autoritarios suelen copiarse sus estrategias. González cambiaría el juego de alianzas del Ecuador y lanzaría un ataque frontal contra las instituciones, especialmente contra los jueces, para redimir a un Correa que se ha proclamado víctima del 'lawfare'. En definitiva, el regreso del correísmo pondría en riesgo la libertad de prensa, la independencia judicial y hasta la calidad del ambiente, que volverá a teñirse de confrontación y demagogia.
Pero el flanco derecho, por donde asoma Daniel Noboa, tampoco ilusiona demasiado. En los meses que lleva en el poder, el presidente que busca la reelección ha demostrado muy poco respeto por los tratados internacionales y las reglas constitucionales. Si González mira a Maduro, Noboa mira a Bukele. Obvió la norma constitucional que lo obligaba a dejar a su vicepresidenta en el poder mientras hacía campaña, y violó el convenio de Viena, tumbando a patadas la puerta de la embajada de México. Noboa ha demostrado que no tiene ningún inconveniente en comportarse de la más atrabiliaria de las maneras, ni en usar su poder político y su fortuna personal para aplastar a cualquiera que se le ponga enfrente. La peor política tendrá que hacerse cargo de la peor crisis de seguridad en la historia reciente de Ecuador, y en cualquiera de los dos escenarios, el de izquierdas o el de derechas, la democracia no tiene muchas opciones de salir fortalecida.
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