antiutopías

Dudas en torno a Milei

Tiene una visión refundadora para su país y Occidente, pero su temperamento le dificulta la consecución de sus objetivos

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De su paso por Davos salió Milei en hombros, como un torero. Tuvo un éxito de audiencia descomunal en YouTube y su discurso fue tildado de histórico, hasta de revolucionario. Lo curioso es que dijo una obviedad. Fue a la meca del capitalismo occidental ... a defender el capitalismo occidental. Destiló simpleza, por momentos fue dogmático y maniqueo, y dijo cosas que la mayoría de los allí presentes debían tener asimiladas. Pero es verdad. A veces se necesitan las voces de la periferia para que Occidente recuerde las ideas en las que se cimienta: un Milei que diga que el capitalismo no es un complot perverso, una Ayan Hirsi Ali que explique que el universalismo moral protege a las niñas africanas de la mutilación genital, un Kwome Anthony Appiah que defienda las bondades del cosmopolitismo y critique los despropósitos del identitarismo.

Milei puede haber dado un golpe de efecto en Davos y posiblemente los empresarios del mundo lo vean hoy con simpatía, pero su verdadero terreno de juego es la realidad política y social de Argentina, y allí las cosas se ven de un color distinto. Un sindicato, la CGT, que permaneció manso y silencioso mientras Alberto Fernández destrozaba la economía, convocó una huelga general el miércoles pasado, sin darle ni siquiera los cien días de gracia reglamentarios. Y el ambicioso plan de reformas que presentó al Congreso, aunque se mueve, lo hace contra corriente y en medio de turbulentas negociaciones. La pregunta evidente es si Milei tendrá paciencia y mano izquierda, así odie la palabra, para adaptar su plana los cauces y limitaciones de la democracia argentina.

No es un secreto que en América Latina este tipo de reformas económicas ambiciosas, que demandan un sacrificio de la población, se han hecho con más facilidad bajo dictaduras como las de Pinochet o Fujimori. Y tampoco es un secreto que en Milei, como en cualquier redentor, late una pulsión autoritaria. Su desprecio de la Unión Cívica Radical, el partido que ha sido siempre un referente democrático en Argentina, es sólo un síntoma. Más notorios son sus guiños al ejército, el revisionismo histórico y su petición de gobernar por decreto. Así sus reformas sean necesarias, ¿quién quiere un presidente con carta blanca durante sus cuatro años de mandato?

Como el colombiano Gustavo Petro, Milei es un soñador frágil. Tiene una visión refundadora para su país y Occidente, pero su temperamento y rasgos de personalidad le dificultan la consecución de sus objetivos. Petro intenta salvar a la humanidad del cambio climático con retórica florida, sin capacidad de gestión, y Milei quiere que la libertad avance, sin aclarar si su libertarismo supone plegarse a lo que él ordene. Esas son las dudas que genera. Sin consensos en el Congreso y en la calle que le permitan sanear la economía, así se disfrace del General Anarco-Capitalista, su vuelo será corto. Argentina necesita reformas profundas y consensuadas, no un visionario que acabe estrellándose contra la realidad.

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