Por lo que sea
Una teoría del progreso humano
Tres de cada diez españoles afirman que «la astrología es muy científica»
El nuevo punk está en la política
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEl bombardero B-2 Spirit ha pasado a formar parte ya del imaginario popular y, vista la insistencia de Estados Unidos en contar y cantar su operación ultrasecreta en Irán, esta es una victoria que a Trump le importa mucho: otra vez el mundo nos ... admira, dirá. Hay quien ha dejado de pensar en el imperio romano una vez al día para dejarle sitio a este avión, que parece sacado de la imaginación de un diseñador de videojuegos, algo que no es descartable, y cumple unas cuantas fantasías masculinas. Este invento es la mejor publicidad que puede hacerse del progreso humano: si somos capaces de hacer esto, ¿qué no podremos hacer, qué no podremos crear, hasta dónde no podremos llegar? La pregunta es pertinente, y se responde, quizá, con el pizzómetro, un indicador extraoficial que relaciona las operaciones especiales estadounidenses con el aumento de pedidos de pizza que se hacen en los alrededores del Pentágono, una variable que, sospechan algunos, ya medían los soviéticos en plena Guerra Fría para predecir posibles ataques. Es difícil no imaginarse esas reuniones:
—La salida está programada a las 00.01. A las 18.00 estarán cruzando la frontera de Irán.
—Y a las 19.30 estarán fuera. Será una penetración limpia y rápida.
—Sí, y regresarán a las...
—Perdonad, chicos, ¿cuántas pepperoni queréis?
—Dos pepperoni, una barbacoa y una hawaiana.
—Vale. Apuntado.
—¿Y cuándo llegan?
—¿Las pizzas o los aviones?
—Las pizzas, las pizzas.
—Ah, eso no lo sabemos.
En el progreso humano hay algo que no progresa tanto, y es lo humano: eso siempre rebaja las perspectivas de futuro. Contaba hace unos días Beatriz L. Echazarreta en un reportaje que en Estados Unidos un 85% de la población tiene una opinión positiva de la astrología, y que seis de cada diez creen que «brinda consuelo en tiempos de incertidumbre». No sabemos cuántos verán volar un B-2 y pensarán que es un cometa con una influencia negativa en los escorpio o una señal para hacer el Camino de Santiago este año y no el siguiente, pero no serán pocos. La situación en España, por cierto, no es tan distinta. Según un estudio de la Fundación BBVA, tres de cada diez españoles afirman que «la astrología es muy científica». Un lector de las estrellas le comentaba a Echazarreta: «Me encuentro a muchas personas que me dicen: no creo en Dios, pero sí en el horóscopo». Es algo no muy distinto a lo que le dijo Dua Lipa a Olga Tokarczuk: «Yo no tengo terapeuta, pero sí astrólogo».
El resumen es este: primero los psicoanalistas sustituyeron a los curas, como nos enseñó Woody Allen, y luego a los psicoanalistas los sustituyeron los astrólogos.
—¿Y ahora?
—Ahora los astrólogos están preocupados por la inteligencia artificial. Ya la gente le pregunta todo a ChatGPT.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete