sin punto y pelota
Ese chulo que castiga
¿Qué destino de vacaciones puede enervar a mis odiadores?
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Celebramos la Virgen de la Paloma, tan madrileña y me vienen la gorra y la chulería de Pedro Sánchez. Pichi. El chulapo. Lo que no captan en la derecha. Lo parecido que es a Isabel Díaz Ayuso, capaces ambos de que los insultos les ... reboten y les exploten en la cara a los adversarios. Si la presidenta de Madrid tiene seguidores tan entusiastas como para autodenominarse 'ayusers', el presidente del Gobierno ha logrado que la web del PSOE pete por el éxito del 'merchandising' de Perro Sanxe. Gracias a los que disfrutan con el odio que genera su líder en la derecha. Como ocurre a los admiradores de Ayuso cuando aplauden los zascas a los líderes de la izquierda madrileña, cómo la presidenta madrileña surfea la ola de insultos de las redes, con una sonrisa entre tímida y, sí, chulesca.
Pues Sánchez, lo mismo. ¿Me llaman Perro? Entro en un mitín a ritmo de Perra, de Bandini, ya saben, «Me gustaría ser el perro de un perro…» y hago camisetas. Tenemos así a un candidato que ha ganado votos, para pasmo de media España, después de que le hayan tildado de psicópata, de inmoral, de mentiroso patológico, oportunista extremo, carente de escrúpulos. ¿Que dicen que soy un presidente ilegítimo porque oculté con quien iba a pactar en la anterior campaña? Pues en esta dejo meridianamente claros mis deseos de un gobierno progresista apoyado en Sumar e incluso Bildu, lo que ellos llaman Frankenstein. Nadie dirá que Sánchez ha engañado. Y el líder del PSOE ha mejorado las marcas electorales de todos los barones salvo García Page.
Mientras la derecha alertaba de la colonización de las instituciones, de los cambios a la carta de los indepes en el Código Penal, el presidente se iba al podcast de La Pija y la Quinqui a proclamar sus gustos musicales, tan de nuestra generación, dada a presumir de listas en Spotify. Y la suya encaja con lo que admiran tantos: ecléctica, cierta nostalgia Depeche Mode, The Prodigy pero que se mantiene en forma, con incorporaciones contemporáneas. Allí manifestó su admiración por Lana del Rey, Taylor Swift y Rosalía y dijo que se inspiraba en Radio 3 y en la americana NPR para elaborar sus listas. Es fácil imaginarse a cierto electorado enorgullecerse de eso. Ja, a saber qué música le gusta a Feijóo. Mientras, miles de chavales se han ido este verano de festival con el bono cultural.
Con los resultados, se ha crecido. ¿Qué destino de vacaciones puede enervar a mis odiadores? ¿Marruecos? Vamos allá. Con la gorrita puesta. Muy de chulapo. De Pichi. Ese chulo que castiga. Ese flagelador. Ese perfil que, pese a que sus aliadas dicen combatir la masculinidad tóxica, obedece al estímulo del «a que no hay huevos».
La escritora Megan Maxwell promociona su última novela, Y a ti qué te pica, explicando que millones de lectoras anhelan un «empotrador». Podemos obviarlo, pero Sánchez es un chulo que vende. Incluso merchandising con un insulto. Es nuestro Pichi que castiga. Tan chulo como Ayuso, aunque no había chotis en su lista musical. Pero, si no cambiamos la banda sonora de los insultos, él lleva las de ganar. O no perder lo suficiente.