el batallón
Soler Serrano, 0; Broncano, 14
Hay una gran diferencia entre entretener y alienar, la misma que separa lo provechoso de la nadería
Al dictado de los malos
Treinta monedas
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Iniciar sesiónHace cuarenta y pico años de aquello y hoy nos estalla ese vaticinio demoledor, de esos que te deja el cuerpo frío por su clarividencia y porque se podía haber evitado. Entrevistaba Joaquín Soler Serrano en 'A fondo' a Julián Marías, uno de los ... intelectuales más brillantes de la segunda mitad del siglo XX español, que por esas fechas ya era un pozo de sabiduría anegado desde los años treinta a la vera de Ortega. Le preguntaba el presentador su opinión sobre la televisión y el filósofo se mostró fascinado por el invento, por su potencial influencia en lo que la sociedad quisiera ser en su determinante capacidad de moldear el comportamiento, los afanes y hasta el pensamiento del hombre de entre siglos... Pero a la vez advertía que, precisamente porque era un instrumento formidable, le daba cierto vértigo por los efectos catastróficos si su uso no era el correcto, al tiempo que recordaba a Soler Serrano la alta responsabilidad de los que hacían la televisión.
Casi medio siglo después la tele pública se aproxima más al temor que barruntaba Marías que a otra cosa. El resumen puede ser: Soler Serrano 0; Broncano 14, que son los millones que cuesta el programa del humorista jienense por temporada, convertido este último en epítome del estado de la cuestión catódica. Uno cae inevitablemente en la nostalgia cuando repasa la nómina de gigantes del pensamiento y de las artes que acudían a repasar su vida y su obra en el programa 'A fondo' de TVE. Sobre todo si se compara con la interminable lista de 'influencers', raperos, traperos y subproductos más o menos artísticos que acuden a 'La Revuelta' para ser entrevistados por Broncano. Aquel 'A fondo' setentero fue una de las cimas del género de la interviú televisiva en los medios públicos y sería inútil establecer comparaciones, tanto como intentar encontrar similitudes entre un huevo y una castaña. No es lo mismo repasar la vida de Dalí y preguntarle sobre Gala, Picasso o Breton, o la de Pla para saber qué opinaba sobre España y Cataluña, que preguntarle al penúltimo reguetonero de gira en España «la pasta» que tiene en el banco o la frecuencia de su actividad venérea. Hablamos de cosas distintas, imposibles de comparar. Lo que sí se puede medir es el dinero gastado en una cosa y otra y la función y propósito que han de perseguir los medios públicos. Hay una gran diferencia entre entretener y alienar, la misma que separa lo verdaderamente útil o lo provechoso de la futilidad, la nadería y la evanescencia. Ya saben, fuese y no hubo nada.
El problema es de concepto, el 'conceto' que diría Manquiña en 'Airbag'. Se trata de tener claro si dedicar el 'prime time' televisivo (la franja de mayor audiencia) a una cosa o otra, tener sobre todo claro a qué fin va a parar cada uno de esos mil millones que a los españoles les cuesta RTVE cada año. No se trata de emitir sesudas y soporíferas conferencias del último ponente del Ateneo; se trata de reflexionar sobre aquel vaticinio del sabio Marías y la altísima responsabilidad de los programadores de un canal público tomado por el sanchismo en lo informativo y por la ramplonería tras el Telediario.
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