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EL BATALLÓN

Por el arco del triunfo...

Hace tiempo que Sánchez perdió el respeto a los españoles; ahora, tras el sainete de ayer, se ríe a carcajadas de ellos

Obediencia debida y punto final

De qué demonios se hablará ahora en el metro

Álvaro Martínez

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De la larga lista de trampas, engaños, manipulaciones y aparatosos triles con guantes de boxeo («¿dónde está el balón medicinal?») que Sánchez ha dispuesto para mantenerse en el poder, la segunda fuga de Puigdemont es la más lacerante para el Estado, la que más daño le hace ... , la que no sólo deja en un pésimo lugar al prestigio y eficacia de la Guardia Civil, la Policía Nacional y del CNI (los Mossos están sometidos al férreo control del separatismo político) como pilares fundamentales de la seguridad de los españoles, sino que convierte a España en poco menos que la casa de tócame Roque, un país de chichinabo en términos de vulnerabilidad de sus fronteras y con una seguridad jurídica muy justita, un lugar, en definitiva, donde se retransmite en directo la segunda desaparición de un prófugo de la Justicia. A ver qué demonios de reproche al PP se inventa Sánchez para justificar la situación de un forajido al que él mismo prometió traer esposado antes de las elecciones «porque se le ha escapado a usted, señor Rajoy». ¿Y ahora a quién se le ha escapado?

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