casa de fieras

Que te corten a trozos

Harán con un cacho de tu cuerpo un roto que te dejará amputada de por vida. Para que no puedas sentir placer

Cocaína y barbarie

De Umbral

Te abren de piernas. Es cosa de tres o cuatro mujeres. Te agarran con sus seis brazos los tobillos, los muslos, las muñecas. Una de ellas te sujetará también para que no puedas cerrarlas. Gritarás, sí. Pero todavía no habrás sentido el desgarro de ti ... misma con la cuchilla de afeitar. Cuando te corten el clítoris, entonces, sí que gritarás de dolor. No te pondrán una inyección para aliviar el horror que te abrasa. No hay epidural, no. Harán con un cacho de tu cuerpo un roto que te dejará amputada de por vida. Para que no puedas sentir placer. Para que dejes de ser la mujer que pudiste haber sido. Quizá, mientras tu madre, tu tía, tu suegra o tu cuñada estén cortando lo que te hacer ser libre, te acordarás del viaje y de todo lo que pasaste hasta llegar aquí. Casi te cuesta la vida. Y aún con esas, esta tierra prometida no ha dejado atrás la barbarie de la que escapabas. Tanto miedo tuviste entonces. Como el que sientes ahora mientras te desgarran la piel a tiras. Reza para que la hoja esté afilada. A más de una se lo hicieron con la misma.

Lo más raro será contárselo a tus amigas. Esas que dicen ser tu gente. No entenderán cómo te dejaste mutilar por no sé qué historia de tus rasgos culturales. Mucho menos que fueran los tuyos los que lo hicieran posible. Pero tampoco les importará demasiado, no te equivoques. Mucho se habla de todo, pero de ti se han olvidado. Están ahí a la gresca con lo del pico de Jenni y el golfo de Rubiales. Debes entenderlo. Somos así en este Occidente. No importa que sólo en Canarias, el último año, hayan cortado a setenta y dos chicas como tú. Eso no llena titulares ni programas de televisión. Qué son setenta y dos mujeres mutiladas por un pico tan inoportuno. Tan rentable. Es lo que tiene ser europea en este siglo veintiuno. Es la diversidad de mirar para otro lado cuando no renta, que dicen ahora. Luego que no se te ocurra coger una botella de vino para aliviar el dolor. Se te cerrarán de golpe las puertas del paraíso y verás lo que es vagar por los infiernos. Aunque tú, con ese trozo cortado ya caminas por el lado más oscuro del ser humano.

Es delicado, bueno, lo fue. Ahora ya no importa. Todo lo que está por venir será distinto para ti. Ni tus manos te llenarán de gloria. Ni los hombres o mujeres que conozcas te sabrán igual que hasta ahora. No importa si te quedas allí en Canarias, o en Madrid o te vas a Molenbeek o Londres. Seguirás lo que te queda de vida sin ser de una misma pieza. Y perdona, te repito, si tu causa no es lo suficientemente importante para que las que viven de este embrollo se movilicen. Están demasiado ocupadas pensando en todo lo que el feminismo hace por ti. Desagradecida.

Quizá, se olvidaron de que tú también fuiste una mujer antes de que te cortaran a trozos

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