LA ALBERCA
Oda a la piscina
Una alberca es un edén porque es el invento más igualitario de la historia
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Iniciar sesiónMe cuesta discrepar con Peláez, que es un bicharraco en la forma y en el fondo, pero su 'antiveranismo' nos distancia. Estoy loco por tomarme con él un tinto de invierno de su tierra para debatir sobre la belleza del estío. La luz, el mar, ... la exhibición de fortalezas corporales –que me perdone la ministra Montero–, el despiste horario y el espeto son incunables de la sociedad del estrés.
No me gusta la monotonía de la prisa: el que te adelanta por la derecha los domingos, el que te mete el carrito de la compra en el cóccix en la gélida calle de los yogures, el que te empuja en el museo para hacerse un selfi ante el cuadro que te estaba emocionando, el que te presiona junto a tu mesa para que pidas la cuenta, el que se cuela en la carnicería y luego se toma una caña en el bar de enfrente mientras tú sigues en la cola, el que te pregunta si puede hacer una pregunta porque sólo es un momento...
El verano es la salida del laberinto. Es un sol a las nueve de la noche, una oportunidad después de la jornada laboral. Y la piscina, querido Peláez, es el premio a la resistencia, la salvación del funcionario y la meta del bohemio porque es un cubículo igualador. Un espacio de liberación. Si dejamos aparte la fusión de cremas protectoras, cloro, goteo urinario, caspa, costra de los eccemas, velas nasales de bebé, burbujas traseras, festival de glándulas y otras unturas de índole cavernoso, una alberca es un edén. ¿Qué otro lugar existe en el que al jefe le dé pudor toparse con el indio? Ese momento en que el currito ve los pelos del pecho de su superior es un acto de justicia poética y de emancipación. La piscina es el invento más igualitario de la historia.
Ya sé que el verano es el padre del pantalón pirata, del bolso masculino, de la camiseta de tirantes, del todo incluido, de la arena en la huevera y de otras desviaciones impropias de una conducta respetable. Pero no estoy de acuerdo con el alegato contra la piscina que ha escrito Peláez. La piscina es un purgatorio en el que buenos y malos, ricos y pobres, compartimos flujos. Es un templo de unión y el placebo contra la fría dictadura del vértigo. Como la sardina es el envés del lechazo.
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