La Alberca
La izquierda no puede robar
El último asidero que le queda al sanchismo es la superioridad moral progre, una excusa de 'Barrio Sésamo'
Tómese un escándalo tres veces al día
La Leire de España
La izquierda es moralmente superior. La derecha es réproba por naturaleza. Este es el velo con el que el sanchismo quiere tapar su pus en los estertores. Gabriel Rufián, que es un crítico impostor, un actor de la rebelión controlada por el PSOE, promulgó ... ayer el lema más supremacista que se ha escuchado en el Congreso en los últimos años mientras señalaba como un perfecto dedócrata a la bancada contraria: «La izquierda no puede robar, no podemos robar, esta gente sí». El atracón de demagogia ilustra esta era política. Pero con las hordas lanares funciona. La ideología del eslogan es más efectiva en estos tiempos que la del libro. «Soy feminista porque soy socialista» (Ábalos). La derecha roba por naturaleza, en la izquierda a veces se cuelan tres golfos. El progre siempre está a salvo de las miserias porque la papeleta que deposita en la urna le absuelve de todo pecado. En cambio, la fachosfera es esencialmente vil porque promueve ideas malévolas. La liberalidad es una mácula indeleble en el corazón de quienes la practican, que son criaturas del averno incapacitadas para el bien. El socialismo, en cambio, es un nimbo dorado que redime a los ladrones o incluso los justifica porque a veces robar es bueno para el avance social, como ocurrió en los ERE, esa celestial maquinaria diseñada para conseguir la paz social repartiendo el dinero a dedo porque los diabólicos controles de la administración nos estaban empobreciendo. La izquierda no usa el dinero de los parados para dar trabajo a la familia. Eso es lo que ven los fachas de los jueces, pero cualquier obrero con conciencia de clase sabe que el partido lucha de esta forma contra los ultrarricos que provocan los apagones.
La derecha, sin embargo, es machista por antonomasia, sobre todo las mujeres, esas son las peores. No importa que el PSOE ya soporte una condena, la del director de la Faffe andaluza, por pasar la visa en burdeles. Ni que las grabaciones de los «tres golfos» sean una tómbola de fulanas, menganas, zutanas y perenganas. Las lecciones de feminismo se imparten en Ferraz. El totalitarismo ético de la izquierda es así de primario. Es un código escrito por Espinete en 'Barrio Sésamo'. Por eso los socios de gobierno y de investidura pueden permitirse mociones de censura contra el PP para acabar con la corrupción y después amparar la del PSOE. Es cuestión de halo. Cantemos todos: la izquierda no puede robar, alabaré, alabaré a mi señor.
El propio Rufián se ha lamentado de tener que elegir «entre la indecencia y la ideología». Esta disyuntiva es tan simplista como cualquiera de sus postulados, pero al menos sirve para plantear un dilema que Julio Anguita –¿cuántos diputados actuales sabrán quién fue?– dejó resuelto hace muchos años: «Votad al honrado y no al ladrón, aunque tenga la hoz y el martillo». La superioridad moral es el principal rasgo de un tirano, que guiado por ella suele atornillarse al poder para salvar al pueblo, sin preguntar al pueblo, del monstruo derechoide, que por supuesto también se come a los niños por la noche.
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