Sesión de control del Congreso
Sánchez resbala en el barro y se refiere como «anécdota» al caso Cerdán entre gritos de dimisión
Máxima tensión en el pleno: Armengol silencia al PP y Abascal se marcha sin escuchar al presidente, con las destacadas ausencias de Díaz y Urtasun
Los socios de Sánchez impiden la comparecencia de Illa en el Parlament

La tensión se cortaba este miércoles con un cuchillo. Era evidente, palpable y se diría que real, lejos de las imposturas a las que acostumbra el hemiciclo, muchas veces preso de una creciente teatralización. Rostros serios entre los aliados del PSOE, ausencias, precipitadas salidas, gritos, ... indignación. Todo un cóctel mezclado a la sazón de la corrupción socialista.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha bajado al barro con el PP y Vox, sin restar gravedad al presunto cobro de mordidas de Santos Cerdán, quien la semana pasada seguía siendo su número tres —cuando el popular Alberto Núñez Feijóo le preguntó si avalaba su gestión—, pero centrándose en atacar a la oposición. Un intento de 'todos somos iguales'. Pero ha sido después, en la cuestión de Gabriel Rufián (ERC), cuando el jefe del Ejecutivo ha resbalado y en medio de la indignación ha rebajado a «anécdota» un caso que ha sacudido los cimientos de Ferraz, con sus dos últimos secretarios de Organización protagonizando el mismo escándalo.
Sánchez ha llegado al hemiciclo acompañado de todos sus ministros socialistas, en una pretendida imagen de unidad rota por las ausencias durante la sesión de control de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego. Los tres, de Sumar. Sus otros dos compañeros en el Ejecutivo, Mónica García y Pablo Bustinduy, que tenían preguntas de la oposición, sí se han sentado en sus escaños, pero sin aplaudir al presidente, cabizbajos y con cara de no querer estar allí.
Feijóo ha comenzado entonces su interrogatorio. Ha recordado que hace algo más de un año, en una carta después de trascender la investigación a su mujer, Begoña Gómez, por presunto tráfico de influencias, Sánchez se declaró «profundamente enamorado». Hace seis días, con el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que sitúa en la cúspide de una trama de comisiones ilegales por al amaño de adjudicaciones de obra pública a Cerdán, el presidente dijo estar «profundamente decepcionado». «La realidad es que usted está profundamente atrapado en un caso de corrupción», ha sentenciado el líder de la oposición.
Le ha preguntado si es cierto que sabía hace «meses» de las andanzas de Cerdán y si piensa redactar su carta de dimisión. «Por mucho maquillaje que se ponga, las víctimas somos los españoles», le ha advertido, antes de menospreciar su «cara de cordero degollado» cuando es «el lobo que lo lideraba todo». «El único adelanto que va a haber es el de las sentencias al PP», ha respondido Sánchez, quien, casi como cada miércoles, le ha echado en cara llegar a Génova 13 gracias a tapar «la corrupción» de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contra quien no hay ninguna investigación abierta.
«Amañé mis primarias, pero no gobierna el PP. Amañé contratos, pero no gobierna el PP...», ha ironizado Feijóo, en la réplica, en la que ha aseverado que no le faltan ganas para una moción de censura, sino cuatro votos, y ha apelado directamente a Junts, PNV y BNG. Sánchez, más de lo mismo, ha sacado a colación supuestos casos de corrupción que afectarían a Ayuso, Juanma Moreno, Carlos Mazón y Alfonso Fernández Mañueco: «El PP es una enciclopedia de corrupción con capítulos autonómicos». Palabras que han levantado rugidos en la bancada popular, que ha estallado en gritos de «dimisión, dimisión».
Los populares, en pie
Con Feijóo de nuevo en su escaño, sus compañeros le han dedicado una larga ovación, él la ha agradecido con una leve inclinación, tras lo que los diputados del PP se han puesto en pie alargando sus vítores. A Sánchez, de forma mucho menos notoria, solo lo aplaudían los socialistas. Sumar, incómodo, superaba el trámite en silencio. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, ha apelado a Feijóo para poner «orden» en su grupo.
Le ha tomado el testigo Santiago Abascal, el líder de Vox, quien, más duro en el tono y en las formas, le ha preguntado a Sánchez cuánto dinero de los impuestos de los españoles ha ido a parar a los bolsillos de su mujer, de su hermano, David Sánchez, y del «clan del Peugeot», en alusión al coche en el que el presidente recorrió España junto a José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García para recuperar la Secretaría General del PSOE en 2017.
«Los españoles pagan impuestos muy elevados para que se los gasten en putas», ha clamado Abascal, sin eufemismos, y ha dado por hecho que sus socios lo sostendrán a pesar de todo porque Sánchez los indultó y amnistió «por robar y cosas peores»; por el 'procés'. «Como nunca contesta, no voy a quedarme a aguantar su chulería. Es usted un indecente, ¿lo recuerda? No tienen duda ni quienes lo apoyan. Es usted un corrupto y un traidor», ha zanjado Abascal, y se ha marchado del hemiciclo sin quedarse a escuchar la réplica.
Respuesta a un escaño vacío
En respuesta a su escaño vacío, Sánchez lo ha acusado de traer al Congreso «odio» y «falta de respeto a las instituciones». Para él también tenía preparada respuesta y no ha dudado en utilizarla, sacando a relucir de nuevo la multa de más de 800.000 euros del Tribunal de Cuentas a Vox por donaciones sin justificar y el crédito que le concedió un banco húngaro para financiarse. Después, ha recuperado de la hemeroteca frases de la exdiputada de Vox Macarena Olona, quien puso en duda la financiación de su antiguo partido antes de presentar su propio proyecto, a lo que el diputado José María Sánchez ha contestado desde su escaño con un improperio. Llamada al orden de Armengol con afirmación para anotar—«Alguna gente intenta provocar, pero la democracia es más fuerte que esta provocación»— y a seguir.
Lo malo para Sánchez es que hay tres preguntas en la sesión de control dirigidas a él y la última no se la hacía un partido de la oposición, sino uno de sus más leales socios en lo que va de legislatura: ERC. Rufián se ha preguntado irónicamente si Abascal se había ido a desayunar, el chascarrillo que no falte, pero después se ha limitado a pedir a Sánchez que aclare qué piensa hacer. El presidente —que todavía ha atacado a Mazón diciendo que él se puede ir a desayunar o a comer a las cinco, pero sin desatender su teléfono, como hizo él el día de la dana— ha vuelto a prometer «tolerancia cero» con la corrupción, batalla en la que ha reconocido no haber dado «la talla», pero ha abogado por continuar con su agenda.
«No nos hagan escoger entre corruptos cutres y corruptos 'premium' porque les diremos: que la gente decida»
Gabriel Rufián
Portavoz del Grupo Parlamentario Republicano en el Congreso
Entonces ha llegado el correctivo de Rufián. «No es suficiente», ha empezado, y ha agregado: «Dicen que actúan cuando la detectan, será cuando la detecta la UCO. Quiere que nos creamos que no supo lo que eran y lo que hacían dos tipos que le siguieron, que estuvieron durante semanas, meses, en un coche con usted para recuperar la Secretaría General del PSOE. Que se enteró anteayer de quiénes eran. Jure y perjure que no estamos ante la Gürtel del PSOE, que no veremos en un papel 'P. Sánchez'. Persónense. Vaya contra las corruptoras, contra las constructoras, inhabilitaciones de por vida, multas millonarias. Que esta gente no se siente más en un escaño, acabe con los aforamientos. La izquierda no puede permitirse robar, esta gente sí. No nos hagan escoger entre corruptos cutres y corruptos 'premium' porque les diremos: que la gente decida. Y no nos responsabilice de lo que pase. ¿Están enfadados? Imagínense quienes los votaron en 2023».
Es en la réplica a Rufián en la que Sánchez, por primera vez desde la publicación del informe de la UCO, ha restado importancia al caso Cerdán: «Estamos hablando de un informe de la UCO con indicios. No hay sentencia firme. El PSOE ha actuado con contundencia en un golpe duro, doloroso en lo político y también en lo personal para mí. En ese informe no hay ningún apunte, ningún indicio, de financiación irregular». Pero ahí no se ha quedado la cosa, le ha repuesto al republicano que «la izquierda no roba», que «es limpia» y ha sentenciado: «No voy a aceptar que haga de la anécdota una categoría». El enfado del diputado, a su salida del hemiciclo, era mayúsculo. Y eso que este miércoles, como Mertxe Aizpurua (Bildu) y Maribel Vaquero (PNV), se reúne con él en el Palacio de la Moncloa para recibir explicaciones.
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