Enfoque
Y seguimos como de costumbre
Dos años de la matanza de Barcelona
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Iniciar sesiónFieles al disparate nacional seguimos, como es tradición, vergonzosamente rotos incluso ante el terrorismo. Los mismos -y las mismas- que llevan todo el verano alimentando repugnantes teorías de la conspiración posaban ayer compungidos en Las Ramblas. Imagino que por un ratillo. Una foto, un simple ... paripé, para dentro de unas horas seguir retroalimentando sus complejos, tapando sus vergüenzas y sustituyendo el «España nos roba» por el «España nos mata».
Hace dos años una banda de criminales yihadistas llenos de odio estuvieron a punto de reventar el centro de Barcelona explotando decenas de bombonas de butano. Pero una explosión fallida en Alcanar, el día antes, precipitó la matanza de Las Ramblas y aquella noche en Cambrils.
Asistíamos por entonces a las semanas previas al referéndum del 1 de octubre. Y ni siquiera una masacre como aquella les apeó de la burra. Lo primero fue y es el puñetero «procés». Ni un puñado de muertos, ni su memoria, ni la verdadera escala de problemas y valores podía quebrar el camino hacia el precipicio. Y ahí seguimos. Dos años después.
Lo último, de nuevo, la teoría de la conspiración. (¿A que nos suena?). Ahora con las supuestas relaciones entre el CNI y el imam de Ripoll. Cualquier cosa sirve para desviar el tiro sobre la ruina económica del independentismo. Cualquier excusa vale para tapar el latrocinio de los «pujolones» y cualquier mentira es buena para tergiversar la Historia.
Se cumplen dos años de la matanza de Las Ramblas, de las muertes de los cuatro terroristas en Cambrils y del asesino de la furgoneta en aquel viñedo de Subirats... y seguimos rotos, como de costumbre. Inasequibles a la división, incluso, ante una matanza yihadista.
Porque, no nos engañemos, lo de la foto es solo eso. Una foto. El disparate del «procés» continúa a pesar de los muertos y del transcurso de un par de años. Para esta enorme paletada... lo primero es lo primero.
PD: Tal día como hoy en 2017, Rubén Corral y yo deambulábamos por la Plaza de Cataluña dirección hacia la estatua de Colón. Aún había baldosas con sangre. Pensamos por entonces que aquello era la puntilla. Que ningún sistema político -por mucha corrupción o por ceguera total- podría aguantar esa catástrofe. Que el orden de prioridades les haría poner los pies en el suelo. Que la guerra y el conflicto en el siglo XXI no es contra España, sino contra la yihad.
Error. Habían robado demasiado y su supremacismo es tal que ni siquiera el terror yihadista les devolvió a la realidad.
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