Trump desenmascara a Papá Noel

Hay niños que creen en Papá Noel y hay adultos, angelitos, que creen en la república catalana. Ligada a la infancia y a unos episodios de inocencia pueril que reaparecen con los años y la flojera, como la culebrilla que desencadena el virus de la ... varicela, la ilusión no es lo último que se pierde. Te la quitan, que no es lo mismo.

A Coleman, un niño de siete años que llamó al Mando de Defensa Aeroespacial de Estados Unidos para saber por dónde iba Papá Noel, le cogió el teléfono Donald Trump, que junto a su esposa Melania y más de mil voluntarios participa cada año en este tradicional montaje navideño. «¿Todavía crees en Santa Claus? Porque a tu edad eso ya es raro, ¿no?», le espetó el presidente norteamericano. Solo le faltó llamarlo idiota, como la pasada semana hizo un mosso d’Esquadra con un pobre manifestante que creía defender la república en las calles de Barcelona.

A Donald Trump lo han criticado por su escasa sensibilidad hacia todos esos niños que sueñan con trineos tirados por renos y llenos de regalos, pero de momento no lo van investigar en el Senado por esta incipiente trama lapona. Al agente de la Policía catalana que insultó a un miembro de los CDR tampoco le han abierto expediente por llamar idiota a un separatista, que es lo de menos, sino por haber descubierto el pastel del independentismo -«la república catalana no existe», dijo- a voz en grito y cuando más ilusionados estaban los santos inocentes que le escriben cartas de Navidad a Quim Torra, a Laponia o Eslovenia, y al grito de «Apreteu» participan en sus cabalgatas. La ilusión no es lo último que se pierde. Te la quita gente sin escrúpulos cuando eres un niño -siete años es el límite para Trump- o te comportas como tal.

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