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La Tercera

¿Una cultura militarista en España?

«Enfrentada a un panorama internacionalmente aborrascado, la colectividad española tendría que conservar, conforme a pautas seculares, su solicitud y cercanía por las gentes y elementos de la Milicia; sin oír cantos de sirena o pronunciamientos despechados contra una entelequia o fantasma que nunca cobraron cuerpo en su dilatada trayectoria como nación esencial de Europa, cuna generosa de grandes civilizaciones»

JOSÉ MANUEL TORIBIO

Una Institución como la castrense da, naturalmente, mucho que hablar y suscita inagotables comentarios en el país de las paradojas, donde dos y dos no son cuatro: Wellington dixit (1811). Una nación forjada en gran parte en el yunque de la guerra, de ... idiosincrasia más profunda identificada numerosas veces, desde tiempo de los romanos, con la bélica, y cuya nómina de soldados-gobernantes es la más extensa de Europa, descubre en su trayectoria histórica la ausencia casi total de un clima y una configuración militaristas. Por descontado que el «culto al soldado» ha existido en los anales de su contemporaneidad, pero en proporción significativamente menor que en Francia o Alemania. Ninguna figura castrense española cabe compararse así con la de un Napoleón (1769-1821) o un Hinderburg (1847-1934), de quienes su halo mítico ha resistido temporales y remecimientos de la mayor entidad sin ver recortados sus iridiscentes perfiles y sombra tutelar. Incluso en la laica y civilista Francia, en un momento crítico de su pasado, el «héroe de Verdun», el mariscal Philippe Pétain (1856-1951), estuvo aureolado de una atmósfera cuasi sacral y mítica por todos los sectores de la sociedad gala en el duro trance de la victoria alemana en la fase inicial de la segunda guerra mundial. Y también sería otra relevante personalidad militar, la de Charles de Gaulle (1890-1970) –«el hombre del 18 de Junio»–, el hacedor no solo de la victoria de 1945, sino el creador incondicionalmente admirado de la V República Francesa , el sistema gobernante de mayor estabilidad y prosperidad en los últimos siglos del país vecino. Y justamente los orígenes de la Francia actual arrancan de otro episodio en que sus Fuerzas Armadas desplegaron un protagonismo absorbente y crucial: la guerra de Argelia (1954-58), con ecos todavía por entero no extinguidos…

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