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HORIZONTES

El rompimiento de gloria, entre líneas y a contracorriente

Tamarón deja constancia en papel de su «hartura ante las vanas pretensiones de la Insobornable Cotidianeidad»

Ramón Pérez-Maura

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Ningún placer mayor me ha dejado este verano que las horas dedicadas a la lectura de los tres volúmenes de « Entre líneas y a contracorriente ». Bitácora 2008-2018, de los que es autor el marqués de Tamarón y publicados por Amazon ... Publishing, Amazon Media EU Sàrl. Santiago Tamarón es un hombre polifacético y un escritor brillante y puntilloso, que sigue acompañando los artículos que envía para su publicación en ABC de notas como «tengo que pedir a los tipógrafos que respeten mi gramática y ortografía, anticuadas, pero aún no proscritas» lo que también nos ayuda a recordar a quienes estamos en este noble oficio que hubo un tiempo en que había tipógrafos. Estas virtudes, acompañadas de su capacidad como gestor, le convirtieron en un excelente director del Instituto Cervantes (1996-99). Con motivo de su nombramiento, «El País» le hizo una entrevista en la que él se definió ideológicamente, sin inmutarse, como «reaccionario». Y después fue embajador en Londres hasta el día en que Zapatero ganó las elecciones tras el 11-M. Tres días después dimitió y se fue a su casa, sin esperar a ser cesado en el cargo. Y después se divertiría haciendo de mosca orejera con el ministro Moratinos, al que le pedía ser destinado a un puesto de enlace en Afghanistán, donde el diplomático debía alojarse en un contenedor mínimamente adaptado. Pedía ir del palacio de Belgrave Square a un recipiente amplio para depositar residuos diversos, en las montañas del Hindú Kush. No hubo caso.

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