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Política en futuro

... El PP debe abrir la puerta a cientos de personas valiosas que están deseando colaborar para superar la indiferencia política que les produce cierto malestar como ciudadanos. La convención de febrero debería servir como un foro de ideas y proyectos...

EL ser humano sufre ... por muchas razones. Entre ellas, por su impotencia para cambiar el pasado y para predecir el futuro. «Tempus fugit...» Días felices. España iba bien; a veces, muy bien. La derrota electoral fue inesperada e injusta. El 14-M está en línea directa con el 11-M. Ganó el peor, y trajo consigo ciertas miserias. Hasta aquí, todos de acuerdo. Pero resulta que el viento y la desmemoria se llevan las huellas un poco más lejos cada día. La gente real no suele actuar de forma racional. Hace falta precisión en el diagnóstico y generosidad para asumir que unos cuantos -no se sabe quienes- no volverán jamás a la tierra prometida. Apostando por el futuro, el PP puede ganar o perder las próximas elecciones. Anclado en el pasado, las perderá con certeza, porque la política mira por definición hacia el porvenir. Dicta la experiencia que cualquier cambio de ciclo supone entre nosotros una especie de trauma colectivo. Próspera y afortunada (a veces más de lo que merece) esta sociedad dejó un buen día de ser premoderna para brincar sin complejos sobre la algarabía posmoderna. Castillo de naipes o trampantojo, tal vez. Yo creo que se trata de una ley inexorable. Hace medio siglo -ese mismo que los americanos nos llevan de ventaja- escribía David Riesman que «la indignación moral ha pasado de moda». El mundo no siempre es ilusionante. Pero está ahí. Si sabemos leer el mensaje cifrado, no nos engaña nunca.

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