Pedro Rodríguez - Enfoque
De Rodney King a George Floyd
La violencia se desata en EE.UU.
El último día de abril de 1992 tomé un vuelo nocturno, apodado red eye por lo poco que se duerme, desde Washington D.C. con destino a Los Ángeles. El avión no estaba ni mucho menos repleto pero me llamó la atención cuántos pasajeros llevaban ... el pelo cortado al estilo militar. Al llegar de madrugada, Los Ángeles era una ciudad sometida a toque de queda. La absolución por un jurado popular de los policías que habían apaleado sin piedad al afroamericano Rodney King transformó la ya de por sí disfuncional megalópolis californiana en un campo de batalla con más de 60 muertos, 12.000 detenidos, y saqueos e incendios con daños valorados en 1.000 millones de dólares.
Para protegerse, los comerciantes desesperados pintaban en sus negocios que eran propiedad de negros. Unidades militares de combate fueron desplegadas en el barrio de Koreantown, el epicentro de aquella destructiva rebelión que nunca llegó a las zonas más privilegiadas de la ciudad. Bush padre, por entonces en la Casa Blanca, había dicho que el apaleamiento grabado en vídeo de Rodney King le daba asco pero que no podía consentir que el Tercer Mundo se instalase en América. Y en un inolvidable ejercicio de introspección periodística, «Los Ángeles Times» cambió su manual de estilo y prohibió a sus redactores utilizar la palabra «normal».
El disco bastante rayado de la brutalidad policial y del racismo vuelve de nuevo a sonar con la muerte del afroamericano George Floyd después de que un agente blanco al detenerle le aplastase literalmente el cuello. En Minneapolis, y otras ciudades, las protestas violentas desbordan a las fuerzas del orden. Aunque esta vez, la gran diferencia es la ambivalencia moral y la tóxica polarización del presidente Trump. Como anticipó «Los Angeles Times», es mejor no utilizar la palabra «normal».