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No es la nación, es la tele

Está en juego un sistema de alianzas para que el control de TVE sea monopolio de Sánchez, y el de TV3, monopolio de Torra

Gabriel Albiac

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Nada importa más al político hoy que los televisores. Es la gran mutación del último medio siglo. Vuelca el concepto de «representación»: aquel que nació en 1789 como fundamento de las sociedades democráticas y es hoy arqueología.

Aquella «representación» funcionaba como una traslación ascendente que, ... desde los ciudadanos, delegaba su criterio y sus preferencias en los portavoces que habrían de ejercer la administración del Estado. Mediado el siglo XX, la relación pasó a invertirse. Y en esa inversión, se incorporó a las democracias el hallazgo más eficaz de los totalitarismos de entreguerras. Que enunciaba algo tan letal como sencillo: en las sociedades contemporáneas, los deseos y preferencias de la mayoría pueden ser modelados a la medida. Con lo que la subjetividad ciudadana resulta ser una mercancía específica, tan manufacturable como cualquier otra. Las máquinas sobre las cuales se articulaba esa fábrica de consenso eran aún limitadas: radio y cine fueron los germinales instrumentos de un poder que iba a centrarse, en los años veinte y treinta, en identificar a los dominados con el deseo de los dominadores.

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