Vidas ejemplares
Natzweiler-Struthof
Increíble que se abomine de la Unión Europea con lo que pasó hace solo 75 años
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Iniciar sesiónTal día como hoy, hace 75 años, los soldados aliados vieron por primera vez un campo de concentración nazi. Ocurrió en Francia, a finales de noviembre de 1944. En su avance hacia Alemania, tropas estadounidenses llegaron a las puertas de Natzweiler-Struthof, en la Alsacia ... francesa que había sido invadida por los germanos. Se toparon con unas instalaciones vacías, pues dos meses antes los SS que regentaban el campo lo habían evacuado, trasladando a los presos a Dachau, en una marcha en la que murieron dos mil personas. A pesar del abandono, existían indicios de una atmósfera de muerte. Por ejemplo, una suerte de coqueto granero montañés, casi un chalecito de esquí. Solo una extemporánea chimenea metálica en ángulo recto delataba lo que era aquello: la cámara de gas del campo. Los oficiales de inteligencia enviaron informes alertando de lo que habían visto. Pero cayeron en oídos sordos en los altos despachos.
En los años treinta, la hermosa montaña de Struthof había cobrado cierta fama como destino de descanso invernal. Cuando los alemanes deciden llevar allí a sus presos, la mayoría miembros de la resistencia y soldados y espías enemigos, en un primer momento todavía los alojan en lo que fuera el fino hotel local. Más tarde también deportaron allí a gitanos, judíos, testigos de Jehová y unos 80 prisioneros españoles. La construcción del campo, el único de Francia, se inició el 21 de mayo de 1941 y permaneció activo hasta finales de septiembre de 1944. De pequeño tamaño para lo que fue la red del Holocausto, pasaron por allí 52.000 presos, de los que 22.000 fueron asesinados. Natzweiler-Struthof figura también en la historia macabra del nazismo porque August Hirt, profesor de anatomía y oficial de las SS, conformó allí parte de su «colección» de esqueletos de judíos, destinada a demostrar científicamente «la inferioridad» de la raza hebrea.
Los presos de Natzweiler, desnutridos, sin ropa de abrigo para una comarca donde el termómetro baja ampliamente de cero, trabajaban en una cantera picando granito rosa. Una doble verja electrificada y cañones de luz impedían huir. «De allí solo se podía escapar por la chimenea del crematorio», ha evocado en un comentario estremecedor el último superviviente de Natzweiler, el escritor italoesloveno Boris Pahor, de 106 años. Es un milagro que esté vivo. No solo por su edad, sino porque pasó además por los campos de Dachau, Dora y Bergen Belsen. Pahor fue perseguido por Mussolini, como miembro de la minoría eslovena de Triestre, y luego por Hitler: la gestapo lo detuvo en la plaza principal de la ciudad por escribir panfletos contra la ocupación nazi. Cuando cumplió 50 años, regresó a Natzweiler y escribió una novela seca, casi insoportable, sobre lo que allí vio: «Necrópolis».
Natzweiler-Struthof se encuentra a solo 60 kilómetros de Estrasburgo, hoy sede del Parlamento Europeo, donde trabajan juntos franceses, alemanes y europeos de otros 26 países. Las nuevas eminencias políticas que abominan de la Unión Europea tienen cada vez éxito. Algo inaudito con lo que aquí pasó hace solo 75 años.
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