El ministro y el puticlub
No imagino al ministro Caamaño en ningún puticlub, por supuesto. Él parece un hombre de costumbres más sanas y respetables. Pero tampoco me lo imaginaba persiguiendo a los empresarios que osen entrar en tales antros y ahí tenemos al ministro anunciando una reforma del Código ... Penal que, me temo, incluye ese supuesto. Lo que demuestra que el caso Gürtel no sólo ha socavado los autocontroles democráticos del Gobierno sino que también ha perturbado, al menos temporalmente, las facultades mentales de sus miembros, incluso de un hombre aparentemente templado como Caamaño.
Y es que su anuncio de introducir la «corrupción entre particulares» en el Código Penal parece una reacción al caso Bárcenas. Para ajustarlo a lo que el Gobierno considera que se le ha escapado en esa investigación policial. O para hacerlo a medida de la rabieta causada por la frustración Bárcenas, comparable a la del asunto Camps.
«Para garantizar la competencia justa y honesta entre empresas», ha asegurado Caamaño. Y esto significa que, por ejemplo, uno de los agasajos aún más utilizados para conseguir clientes o para mantenerlos, las invitaciones a los restaurantes de lujo y a los puticlubs, van a ser perseguidos por el Código Penal. ¿O eso no es competencia injusta? Lo que, estoy segura, procurará justicia entre empresas, puesto que los empresarios menos cutres o más pobres no verán mermados sus negocios por la injusta competencia de los más cutres o más espléndidos, pero saturará completamente los tribunales de nuestro país.
Además de empobrecer considerablemente al comercio y a la hostelería, una vez que todos los regalos de empresa, sean objetos, botellas de vino, cestas de navidad, cenas, yates, viajes o puticlubs, sean completamente eliminados. Y todo este delirio porque no se ha podido imputar a Bárcenas por aquellos L.B. de cuando el senador era aún «un particular».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete