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Masiva objeción al aborto

LA asistencia a la manifestación por la vida celebrada ayer en Madrid desbordó las expectativas más favorables de los organizadores. Más de un millón de ciudadanos se reunieron pacíficamente para realizar una de las más multitudinarias protestas conocidas en la democracia. Todo el acto discurrió ... de manera ordenada, gracias a labor ejemplar de cientos de voluntarios que, desde hace meses, han estado preparando laboriosamente una jornada histórica de defensa de la vida. En esta ocasión se han conjugado el éxito de la asistencia con el acierto de la convocatoria, razón suficiente, al menos, para que el Gobierno se apee de su soberbia y acepte que la reforma legal con la que pretende legalizar el aborto libre no tiene el respaldo social que le gustaría. No es un asunto sobre el que el debate esté zanjado, como suelen repetir algunas ministras del ramo, sino todo lo contrario: el debate está más abierto que nunca. Y lo está por el flanco con el que menos contaba el Gobierno, convencido de que las objeciones legales y políticas a la despenalización absoluta del aborto serían vencibles por la política de hechos consumados y, también, por la confianza en que la derecha no se atreverá a derogar la ley cuando recupere el poder, siempre que el Tribunal Constitucional la convalide.

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