Vidas ejemplares
La partida final de Von Sydow
El estado de ánimo actual parece a ratos una recreación futurista de «El Séptimo Sello»
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Iniciar sesiónSe ha muerto con 90 años Max Von Sydow, actor sueco grande, por corpulencia (1,91 de talla) y por presencia: ojos muy claros y penetrantes, rostro alargado, hierático e imponente, festoneado en su mocedad por un pelo casi albino. Algunas de las alertas con ... la noticia del fallecimiento dieron fe del momento del periodismo: «Muere Max Von Sydow, actor de Juego de Tronos». Cierto que tuvo un papel en ese serial. Pero resulta una visión muy reducida despachar así a un intérprete que trabajó para Scorsese, Woody Allen y Spielberg y que rodó once películas con su mentor y maestro, Ingmar Bergman.
Aunque actuó hasta en «Star Wars» y fue el cura de «El exorcista», quedará en la historia como el caballero medieval de «El Séptimo Sello», una de las dos obras maestras que rodó Bergman en 1957, cuando aún no había soplado las cuarenta velas. Una noche en que mi padre estaba viendo esa película en la tele, me acoplé con disimulo y me la tragué entera. Tenía 13 años y no entendí mucho, pero me maravilló. Hace cuatro años me atreví a volver a verla. Entendí un poco más -o eso creo- y desde luego me volvió a encantar. La película se abre con una cita del Libro del Apocalipsis. Corre el siglo XIV en Suecia y tras diez años en las Cruzadas retorna el angustiado e idealista caballero Antonius Block (Von Sydow), acompañado por su cínico escudero, un támden cervantino. En una playa pedregosa de Escania, a Block se le aparece la muerte, con rostro lunar y capucha y túnica negras. Ha llegado el inexorable telón. Pero el caballero se inventa una ingeniosa prórroga: reta a la parca a una partida de ajedrez para ganar un tiempo extra hasta el ineludible jaque mate. A partir de ahí, Block va recorriendo una Suecia devastada por la peste negra y angustiada por las aprensiones apocalípticas de que llega el fin de los tiempos. Resulta curioso, y poético, que muera Vox Sydow cuando el mundo parece una recreación futurista de «El Séptimo Sello», intimidados por una crisis médica agravada por el puro miedo; asustados por un fantasma que pone en cuarentena nuestra fe ilusa en la seguridad total.
«El Séptimo Sello» habla en realidad de la aparente ausencia de Dios. «¿Por qué se esconde Dios tras una niebla de promesas y milagros que nunca vemos? ¿Qué nos pasará a todos los que queremos creer y no podemos?». Esas preguntas del caballero Block son las del propio Bergman, hijo de un severo párroco luterano, que cuando tenía solo seis años le obligaba a ayudar al jardinero a trasladar los cadáveres de los feligreses. Bergman siempre quiso creer, como Block, y el final de la película admite una lectura esperanzada (también la contraria).
El director firmaba todas sus obras al modo de Bach: SDG. Soli Deo Gloria (La Gloria Solo a Dios). Un indicio alentador. Von Sydow oscilaba entre el agnosticismo y el ateísmo. En 2012, confesó en una entrevista que Bergman le había prometido poco antes de morir que lo contactaría para darle prueba de que hay vida tras la muerte. «¿Y lo hizo?», preguntaron al anciano actor. La respuesta fue un enigmático y hermoso sí.
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