Vidas ejemplares
Grandes preguntas
El país donde empezó todo debe al mundo ciertas explicaciones
Niall Ferguson, historiador escocés afincado en Estados Unidos, me ganó en 2011 con su libro «Civilización» y desde entonces le sigo. Allí explicaba con clarividencia cómo los europeos, un atajo de brutos en el Medievo comparados con civilizaciones como la china, se erigieron contra pronóstico ... en señores del mundo a partir de 1500. Ferguson atribuía su triunfo a lo que parafraseando el lenguaje informático llama «cinco aplicaciones letales»: la competencia entre los estados-nación, germen del capitalismo; el imperio de la ley, la ciencia, la medicina, el consumo y la ética de trabajo. Europa empieza a pagar el haber olvidado dos de esas herramientas: la inventiva y la laboriosidad.
A Ferguson le anda hoy en la cabeza el rol del régimen chino ante el Covid-19. No se anda con pasteleos: «China ha causado este desastre, pero ahora quiere llevarse el mérito de salvarnos exportando test, muchos de los cuales no funcionan, y mascarillas». Recuerda la campaña de desinformación del Ministerio de Exteriores chino, que aseguró que soldados estadounidenses fueron quienes llevaron el virus a Wuhan. El historiador lanza varias preguntas interesantes al Gobierno chino, que por supuesto jamás serán respondidas. La primera es qué pasó exactamente en Wuhan. Si todo se generó en un mercado de alimentación insalubre, como dicen, las autoridades fallaron al no cerrarlo en hora; pero si el virus se fugó del imponente laboratorio de virología sito en la metrópoli, peor. La segunda pregunta es por qué con 104 casos y 15 muertos entre el 12 de diciembre y finales de ese mes, el día 31 el Gobierno chino afirmó que no había «una clara evidencia de transmisión entre humanos», tesis que mantuvo hasta el 20 de enero. Tras expandirse el virus desde Wuhan a toda Hubei, las autoridades aislaron la provincia del resto de China, ¿por qué no aislaron también a Hubei del resto del mundo? Ferguson recuerda que en enero, y en algunos casos todavía en febrero, seguían despegando vuelos directos desde Wuhan a Londres, París, Roma, Nueva York... Pero ahora China prohíbe la entrada a extranjeros para protegerse. ¿Por qué ese cambio de enfoque? Por último, pregunta por el paradero de dos críticos que se han volatilizado: el importante empresario Ren Zhi Quiang, que afeó la gestión de Xi, y la doctora Ai Fen, facultativa en Wuhan, que alertó tempranamente del virus.
China debe respuestas al mundo y también una contabilidad sincera de contagios y muertos, pues sus cifras resultan inverosímiles para un país de 1.400 millones de habitantes que fue el primero enfrentarse a un nuevo virus. Faltan además aclaraciones sobre la exportación de material defectuoso, que no solo ha ocurrido en España. Holanda ha devuelto mascarillas y la República Checa asegura que el 80% de sus test chinos no funcionan. Pero este debate no existe para la izquierda española. El problema es Trump, y no la mayor dictadura del planeta.
China fabrica la mitad de los coches del mundo, el 80% de los ordenadores, el 90% de los teléfonos y pronto estará en las tripas de nuestra seguridad a través del 5G. Si quiere seguir pintando algo, Europa tendría que plantearse muchas cosas.