Luis del Val - Enfoque
Jactancias descabelladas
Lección de humildad para Trump
Tengo observado que el comportamiento de los chulos -como el de los caballitos de mar, los vendedores de pólizas o los conejos- es muy semejante, cualquiera que sea el país en el que se desarrollen. Asimismo, existe también un parecido asombroso en la fraseología, con ... independencia de la categoría del chulo, y es muy parecida se trate de un chulo de barrio, un chulo de putas, un chulo sindical o un chulo político, sin olvidarme de los chulos empresariales.
Aunque en México, Puerto Rico y algún otro país hermano, el término chulo es sinónimo de guapo, en general, los casi quinientos millones de personas que hablan y escriben en español tienen claro el concepto de la palabra chulo.
Las arrogancias de Donald Trump le sirvieron para ganar unas elecciones, pero le pueden costar las próximas, porque se ha equivocado con el destinatario de sus calculadas insolencias. Mostrarse petulante con China puede avivar adhesiones entre sus seguidores, y, luego, da un paso atrás, y no sucede nada, pero dirigir las fanfarronadas contra un virus es una de esas decisiones desastrosas que le pueden estropear la reelección, porque el virus va a lo suyo, ignora quién es el presidente de EE.UU., no entiende de geografía y actúa lo mismo se encuentre en América o en cualquier otro continente.
Su pertinaz desplante con las mascarillas -semejante al de nuestros presuntuosos diosecillos locales-, su ostentoso desprecio a las consecuencias, y su preocupación por la economía en detrimento de la salud, fueron bien recibidas al principio, pero cuando se alcanzan los 150.000 fallecidos y uno de cada cuatro muertos en el mundo es ciudadano estadounidense, hasta el más acérrimo votante comienza a caer en la perniciosa manía de pensar, esa enemiga de los populismos.
Joe Biden, el candidato demócrata, le lleva 15 puntos de ventaja en las encuestas, y eso que Biden es un político eficaz, pero a la hora de suscitar entusiasmos en el electorado puede tener el mismo efecto que ponerle música de ópera china a un bailaor flamenco para que se arranque.
Biden fue el que convenció a Clinton para que interviniese contra Milosevic en la Guerra de los Balcanes, y defendiese a los bosnios, ante la vergonzosa apatía de la UE, pero eso al votante de Florida o de Dakota le interesa bastante poco.
El problema de Trump es que su petulancia ante el virus ha sido un fracaso, y tampoco ha podido frenar las consecuencias económicas, y muchos de los que le votaron lo hicieron para vengarse de Hillary Clinton, pero están viendo que su toque de atención ha traído a un mandarín, y las chulerías, en política, las pagan los contribuyentes, incluso con sus vidas.
Es posible que Biden no despierte fervores para ganar las elecciones, pero es bastante probable que Donald Trump las pierda. Sus jactancias ya no se reciben con risotadas, y la economía, que era su base fuerte, está siendo roída por la acción de un virus que obliga a elegir entre conservar la vida o intentar, absurdamente, proteger un sistema económico que los contagios y los entierros desmoronan. Hace muy pocas semanas, Trump se negaba a llevar la mascarilla, porque el alto concepto que tiene de sí mismo le impedía aceptar la realidad. Pero la realidad de las encuestas le ha proporcionado esa carencia de cualquiera que ejerza la chulería y la jactancia: unas pizcas de humildad.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete