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pincho de tortilla y caña

El libro del año

En aquel momento, las salas de banderas de los cuarteles seguían siendo un hervidero recalcitrante de intrigas golpistas

Luis Herrero

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En la primera entrega de ‘Los papeles de Manglano’, la que se publicó en ABC el domingo pasado, Juan Fernández Miranda y Javier Chicote reproducen una conversación en la que el Rey le dice al ministro de Defensa: «Si consigues que Emilio sea el director ... del Cesid, tú y yo, a dormir en Pikolín». En aquel momento, las salas de banderas de los cuarteles seguían siendo un hervidero recalcitrante de intrigas golpistas. Habían pasado pocos meses desde la intentona del 23-F y la democracia aún estaba prendida con alfileres. El contexto invita a pensar que Juan Carlos, con la referencia al colchón más célebre de la época, estaba exaltando la idoneidad de su amigo Manglano -uno de los pocos militares que asistió a su boda en Atenas- para vigilar de cerca el ruido de sables. Y es posible que esa sea la lectura correcta.

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