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En primera fila

Llegó la hora

Sorprende que el gran movimiento estratégico del PP para reducir a Vox sea cruzarse de brazos y esperar que se desinfle solo

Ana I. Sánchez

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Dos son los debates que corroen estos días al PP. El primero, si debe o no presentar una propuesta para evitar la coalición de PSOE y Podemos. La dirección de Génova está empeñada en negar esta opción pero Pablo Casado aún no tiene la fortaleza ... interna necesaria para hacer callar a voces nombres como Alberto Núñez Feijóo, Cayetana Álvarez de Toledo o José María Aznar. No se trata de un debate cualquiera sino del ascenso de un gobierno que puede introducir cambios que agraven la crisis territorial, la desaceleración económica o la situación de las pensiones. Ante una disyuntiva de este tamaño, ningún político con entidad propia va a renunciar a sus principios. Esto no va de lealtades, bandos, ni traiciones, sino de convicciones. No es coherente poner el grito el cielo por la alianza socialcomunista y al mismo tiempo decir que no hay que mover un dedo para evitarla, sin explicarcomo sirve esto al interés del país. Si Casado quiere conseguir un cierre de filas interno, no lo logrará imponiendo el silencio sino convenciendo de que su plan -en este caso no hacer nada- es el mejor para España. Y ésta es, precisamente, la misma tarea que tiene pendiente con los votantes, lo que nos lleva al segundo debate que recorre a los populares: qué hacer con Vox.

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