Laura Revuelta - GLORIA BENDITA
Tres mujeres y un destino
Tres nombres de mujer y tres estilos de hacer política. Un wéstern femenino de Sierra Morena para abajo
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Iniciar sesiónAhora que en Andalucía (y en el resto de España) se han bajado los humos de la contienda electoral y quien no está en la playa ya anda comprando la sombrilla, la hamaca y la colchoneta en previsión de sucesivas olas de calor, vengo a ... hablarles de tres mujeres y un destino. Una de ellas ha ganado de largo la batalla de las urnas y las otras dos han perdido, aunque ya saben que en la política y los politiqueos nadie da su brazo a torcer. La tontuna más ambiciosa nos iguala, el sexo no importa, puestos a no reconocer la derrota. La primera de esas damas, de la que casi nadie ha dicho ni palabra (al menos, de Despeñaperros para arriba), ha sido una candidata del PP, la cabeza de lista por la provincia de Sevilla, la que se ha llevado algunos feudos socialistas de pedigrí, según cuentan los cronistas, a su redil. Su nombre: Patricia del Pozo. Si no fuera porque ha ocupado el cargo de consejera de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía durante los últimos años, ni yo misma me hubiera enterado de su discreta presencia política, de que en Andalucía asume el papel de un peso pesado, un valor seguro y, tal vez, en alza. Como ni la información ni la opinión política –no se lleven a engaño con esta parrafada– andan entre mis objetivos, no abundo más en este dato, que lo afirmen o desmientan los sabedores de estos tejemanejes. Ahí, lo dejo. Si Patricia del Pozo se pasea por estas líneas es porque su gesto sereno se suma a esos otros rostros serenos que ahora llenan la saca de votos. Después de la acritud invernal, se lleva un estío de mueca reposada. Tonos pastel. Patricia viste entre colores suaves y algunos destellos ácidos. Cuando toca el negro, así sea. Con esta 'foto finish', hagan ustedes las lecturas semióticas pertinentes.
La segunda dama en este wéstern femenino de Sierra Morena para abajo –imaginan bien– se llama Macarena Olona. A ella el exceso le ha sumado como defecto. Con los resultados electorales en la mano, he aquí la traducción simultánea de los hechos: no se puede (ni se debe) andar todo el día como quien usa el mantón de Manila y la peineta de artefactos arrojadizos. Tal vez le hubiera gustado a Olona cargar las armas de Joan Crawford apostada en la barandilla del 'saloon' en 'Johnny Guitar', pero le salió el tiró por la culata. Le han parado en seco desde Ayamonte hasta Cádiz, y Salobreña en nada se parece a la frontera de Arizona.
A la tercera, como se canta en las sevillanas, va la vencida: sí, me refiero a Teresa Rodríguez. Lo cierto es que no sé bailar muy bien a su paso. Nada hay menos gracioso que quien ansía tener gracia por el gracejo divino. Definitivo fue ese tuit del sábado pasado, día de reflexión, cuya principal cuita –colegueo 'buenrollista'– era que iba a tomarse el merecido respiro del candidato correcaminos poniendo lavadoras en compañía de su pareja, Kichi, el alcalde de la Tacita de Plata. No me atrevo a tildarlo de feminista, machista o de chorrada, sin más. Se llevan los tonos pastel.
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